Siempre nos han apasionado los viajes y la aventura, pero mucho más si se trata de hacerlos con una moto como compañera, esta es la primera de una serie de historias que compartiremos con ustedes sobre nuestra amiga Ángela y su Royal Enfield, mejor conocida como, La Morocha.
Cruzando el Magdalena en Ambalema.
Parte I
¿Y para dónde vas? Es una pregunta que me suelen hacer, antes y durante el viaje, y mi respuesta es: “para la Patagonia”. Unos se ríen y hacen cara de, ¿Cómo? ¿Será que escuche bien?, otros dicen: “otro loco más que se va a recorrer Suramérica”, y por ahí me dijeron: “¿es que no la quieren en su casa?”
Este viaje comenzó en mi cabeza hace 10 años, luego de vivir un año maravilloso en Australia y darme cuenta que viajar es demasiado fácil, es solo tomar la decisión de arrancar, lo demás es cuestión de actitud y las cosas así mismo fluirán. Allí decidí que quería “mochilearme” el mundo entero, que quería conocer tantas culturas como me fuera posible y aprender de cada una de ellas, ver y aceptar las diferencias cuando logras vivir y conectarte con el lugar y con las personas que te rodean y lograr ponerte en sus zapatos. Imaginar ver con mis propios ojos lugares mágicos fruto de la naturaleza y lograr vivir el presente, sin pre – ocuparme por las cosas que no han sucedido ni quedarme pensando en cosas que ya pasaron.
Mi primera moto la compré hace 4 años, con el fin de ir a la universidad a hacer mi maestría los días que mi carro tenía pico y placa. Sin embargo, mientras buscaba cuál comprar, no me sentía a gusto con ninguna, aunque siempre me han encantado las motos. No tengo familia motociclista y pocos amigos motociclistas en esa época que me asesoraran; así que junto con mi mamá nos pusimos en la tarea de visitar concesionarios de motos y ver cómo me sentía en las diferentes gamas que ofrece el mercado, en esas visitas mi mamá me decía: “usted se ve muy chistosa en esas scooter, se ve muy grande” y definitivamente no me sentía a gusto con ninguna; sin embargo, luego de probar una Royal Enfield Classic 350 de mi amigo Janer en el parqueadero del trabajo, me conecté de inmediato con ella, aunque sentí muchas dudas por el peso de la moto y, además, por mi nula experiencia sobre las dos ruedas, me decidí por una.
Despidiendo a «la gorda» cuando se llegó la hora de venderla.
La gorda llegó a la familia, hermosa, imponente y con un estilo clásico que me enamora. Me acompañó durante 3 años por la ciudad de Bogotá, mi ciudad natal y sus alrededores cundiboyacenses. Luego me acompañó por tierras antioqueñas, junto con caídas y aventuras que me convencieron que el viaje que me había imaginado desde hace 10 años, lo podía lograr en una de ellas. Esto implicaba un reto importante para mí teniendo en cuenta mi inexperiencia en el mundo del motociclismo y contrarrestado con mis enormes ganas de conocer el mundo.
Luego de renunciar a mi trabajo después de 8 años en una multinacional, crear una empresa, separarme de ella con gran dolor y con esas ganas inmensas de viajar por Suramérica, recordé la siguiente frase que había leído en algún lado, “los sueños no dependen de las personas, solo dependen de ti” y empecé a trabajar para concretar ese viaje que, hace unos años, veía imposible hacerlo sola. En la búsqueda de tener consejos y tips de viajeros, conocí a Pasaporte al Sur (Juan y Eli), quienes me dieron valiosos tips de viaje y Juan una gran asesoría y acompañamiento para identificar la moto con la que viajaría, prepararla y mejorar mis habilidades de conducción en 2 ruedas.
Esta fue del día en que di una vuelta en Luna, ahí me enamoré de la Himalayan.
Para el viaje decidí continuar con la marca de mi primera moto, con la cual siento gran conexión y después de sentir a “Luna” (Motocicleta que acompañó a Juan en su recorrido en Pasaporte al Sur) me enamoré y compré una Himalayan 400 carburada, con gran desempeño en terreno destapado al igual que en asfalto, con la altura perfecta y una posición de manejo bastante cómoda. Una moto que tiene la fuerza de un tractor y me da toda la confianza para adelantar carros, para ir en subidas en terreno destapado y sacarme de apuros con facilidad, con pocas vibraciones y muy divertida. Esta no es una moto veloz, pero su velocidad es todo lo que necesito para el viaje, ni más ni menos, pues yo ruedo en promedio a 80km/h y en zonas montañosas a 60km/h aproximadamente (Claro está que depende de los terrenos); sin embargo, su velocidad máxima podría estar en los 130 km/h. La única debilidad que le siento es su peso cuando la ruedo a muy bajas velocidades o la muevo apagada.
Aprender a empacar para un viaje largo en moto es todo un «arte».
Para empezar, quería primero conocer mi país, por eso dediqué todo un año en viajar por Colombia y cada vez enamorarme más de ella, lo que me permitió adquirir más confianza sobre las 2 ruedas y a la vez ir entendiendo que podía viajar sola, siendo este mi mejor entrenamiento. A esto le agregué un curso de manejo en asfalto con Daniel Velandia (Puramoto) en Medellín y 15.000km de práctica en los diferentes terrenos, alturas y climas de mi país.
Mi compañera de viaje se llama Morocha, es esa alcahueta que me ha llevado a festivales, carnavales, a matrimonios y a lugares naturales que me dejan sin aliento, ella me ha llevado a conocer personas increíbles, acompañados de risas, sustos, aventuras que cada vez me abren más la mente y me demuestran que los miedos solo están en la cabeza, pues el mundo es enorme con infinitas aventuras que experimentar y finalmente solo estos momentos son los que me llevaré cuando mi vida termine.
Recorriendo las mágicas callejuelas de Honda con la Morocha.
Primeras prácticas de camping en un lugar muy recomendado, llamado Parapente Guaduas Bamah.
El 15 de septiembre decidí salir de Bogotá con todos los corotos amarrados en la Morocha y nos dirigimos rumbo a Purificación Tolima a despedirnos de la familia, aunque algunos en desacuerdo por mi decisión.
Esta historia continuará…
Conociendo a Murillo, Tolima, en las faldas del Nevado del Ruiz.
Si quieren seguir la aventura de Ángela «Angie» Sánchez, pueden ver más en su cuenta de Instagram @anshadventure