Así empezaron a elevarse las primeras montañas de Los Andes.
Los Andes (08-03-2017)
Decir que amamos las montañas es quedarnos cortos, para nosotros son más que moles de tierra y roca, son como templos que anhelamos escalar en nuestras motos, las curvas de las vías que las recorren son nuestro “nirvana”, placer que se filtra desde el asfalto a nuestras ruedas y que llega al cuerpo de una manera que solo los que llevamos las motos en la sangre podemos entender.
Seguro muchos de ustedes entenderán a lo que nos referimos. Llevábamos semanas rodando la mayoría del tiempo sobre inmensas planicies, devorando infinitas rectas y el premio que nos queríamos obsequiar por haber superado esta primera fase del viaje era cruzar Los Andes por primera vez desde que dejamos Ecuador, y eso ya lo sentíamos bastante lejano.
A medida que avanzábamos rumbo al Paso de los Libertadores el paisaje se tornaba cada vez mas impactante.
Los Andes es el nombre del último poblado chileno desde donde partimos rumbo al Paso de los Libertadores, que es como se llama el cruce fronterizo andino que une a Santiago de Chile con Mendoza, Argentina. Partimos con un día hermoso, cielo azul que presagiaba una etapa maravillosa a pesar del intenso tráfico que recorre esta importante carretera.
Tan pronto comenzamos a ascender las curvas fueron llegando en buena intensidad y calidad. En las primeras nos sentíamos raros, faltos de forma para encararlas, el efecto “recta infinita” nos tenía algo tiesos para dibujar esta serpenteante carretera que nos invitaba a gastar los costados de nuestras ruedas, pero las Himalayan, que también estaban en su terreno favorito, nos ayudaron a recuperar el “ritmo” perdido en las semanas anteriores. Pronto estábamos sacándole el jugo a nuestras motos, enlazando una curva tras otra mientras ganábamos altura en estas inmensas cumbres.
«Los Caracoles» la foto habla por si sola.
A medida que avanzábamos el paisaje se fue transformando en algo alucinante, el verde fue cediendo terreno ante las inmensas moles de roca que parecían rodearnos con sus paredes casi verticales, luego comenzamos a ver algunos parches blancos en las cumbres, pequeños glaciares que se resistían al fuerte sol del verano.
Luego llegamos a algo llamado el caracol, un “zig-zag” que escala por una pared bastante inclinada dibujando una cantidad de curvas de una manera espectacular a la vista. Verlo desde abajo era impresionante, con grandes camiones subiendo como si fueran hormiguitas trepando por una inmensa roca, pero recorrerlo y detenerse a observarlo desde arriba es aún más increíble.
La vista es más que impactante.
Cruzamos bastantes túneles, la mayoría construidos para que durante el invierno la nieve no bloquee el camino y otros que se clavan en medio de la montaña para hacer más ágil el cruce fronterizo. Y arriba, en la cumbre, llegamos al edificio de frontera, el cual estaba muy concurrido ese día, con cantidad de carros y buses de turismo pasando de un lado al otro. Pero para nuestra sorpresa el trámite fue bastante ágil, el más rápido de todos los cruces de frontera que llevamos hasta ahora.
Si el lado chileno nos dejó impresionados por sus paisajes y por esa increíble carretera, el lado argentino no se quedó atrás. Pasar de un país al otro supuso un cambio drástico en el paisaje, en el color y en la forma de las montañas, en el trazado de la carretera, mucho más parecido a nuestras vías. También pudimos ver inmensas cumbres nevadas, entre ellas el Aconcagua, la cumbre más alta de Los Andes, que con casi 7 mil metros de altura es una de las favoritas de los escaladores de alta montaña en el mundo por su fácil acceso y “buen clima”.
Ese día los paisajes nos superaron. Tanta belleza junta no es fácil de asimilar y sí a eso le sumamos una carretera de fantasía, los sentidos se quedan cortos. Fueron muchas las veces que paramos a contemplar el increíble panorama, también para tratar de capturar un poco de todo ello en nuestras cámaras, tarea difícil que nos pone la naturaleza cuando se esmera de la manera en que lo hizo en estas bellas cumbres andinas, pero sin embargo hicimos nuestro mejor esfuerzo por atrapar un poco de tanta belleza para compartirla con ustedes.
El cruce de frontera fue el más concurrido pero también el más rápido de todos hasta este punto.
Del lado Argentino los colores de las montañas cambiaron completamente. Mucho paisaje para los sentidos!!
Al fondo el Aconcagua, la cumbre las alta de América, que roza los 7 mil metros de altura.
Nada mejor que volver al placer de sentir las curvas y las altas montañas.
El cruce de Los Andes terminó de esta manera, acampando en un poblado argentino llamado Uspallata.
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2 comentarios
A mayor altura no disminuye el oxigeno, lo que si disminuye es la presión atmosférica, por eso cuesta más llenar los pulmones o la carrera del cillindro, siempre nos han dicho que baja el oxigenos pere créeme, no baja, se puede medir, y es el mismo % volumetrico a nivel del mar que en el Aconcagua.
Gracias por el relato y las fotos.
Pregunta: debido a la altura del paso de los Andes ¿tuvieron que ajustar la mezcla del carburador (tornillo de bronce, arriba del ajuste de revoluciones en ralenti)? para compensar la disminución de oxígeno. Gracias.