Probamos la “pequeña” de la familia Adventure de KTM y nos llevamos una gran sorpresa al encontrar una moto que sin perder el picante de sus hermanas mayores, se muestra mucho más lógica como viajera todo terreno.
La Adventure 1050 llegó a nuestro país hace varios meses, casi al mismo tiempo que veía la luz en Europa, pero lo hizo en silencio, no hubo lanzamientos, tampoco vimos publicidad o nada que advirtiera sobre su llegada, tal como sucediera con su hermana mayor la Super Adventure 1290, la más grande y potente de la familia que ya rueda en Colombia y que aún no hemos tenido el gusto de probar, pero la 1050 si la tuvimos durante un fin de semana en el que prácticamente no nos bajamos de ella y donde nos salimos bastante de las carreteras principales, combinando tierra y asfalto en una ruta que nos permitió poner a prueba sus capacidades como viajera todo terreno.
Después de haber viajado hasta el Cabo de la Vela, en la Guajira, con las dos Adventure 1190, en una ruta que les compartimos en la edición 121, hace poco más de dos años, era imposible no establecer una comparación al subirnos en la menor de la familia, que llegó para ofrecer una opción más económica, de una potencia más razonable, que en Europa permite ser limitada a 48 caballos para los conductores que apenas comienzan, siendo esta una de las razones principales de su existencia.
El parecido de esta moto con sus hermanas mayores es innegable, de hecho se trata en esencia de la misma moto, con el mismo diseño y con el mismo chasis, salvo que en este caso han recurrido a un subchasis de aluminio más liviano y a unos gráficos que no dejan duda de su menor cilindrada. En ella cambian componentes como las suspensiones que son más sencillas, sin ningún ajuste la delantera y sin el sistema de bieletas en la trasera; las ruedas que son de aleación, con llantas más angostas acordes a una menor potencia; también hay una electrónica más sencilla, pero que cuenta con todo lo que se espera de una moto actual de este nivel y en el motor han variado las medidas internas para ofrecer una cilindrada de 1.050cc, con cambios en los pistones, en la admisión y en el cigüeñal, además de los respectivos retoques en la gestión electrónica, dejándola en 95 caballos, pero lo más llamativo, manteniendo un empuje igual al de la 1190 en bajo y medio régimen, tanto que sus curvas de potencia y torque son casi idénticas hasta 6.000rpm, donde la mayor sigue trepando hasta lograr unos impresionantes 150 caballos, que la convierten en un misil de tierra, mientras que la 1050 sigue una línea más tranquila y más acorde al mundo “touring” que al de las deportivas de carreras.
Pero no vayan a pensar que la “pequeña” Adventure es lenta o carente de emociones, por el contrario, entre 2 y 6 mil revoluciones es un cohete que tiene con qué sacudirnos el cerebro y si lo que buscamos es poner a volar la rueda delantera, bastará abrir el puño derecho con decisión para que nuestros deseos se conviertan en realidad y la adrenalina comience a fluir en cantidades.
Por tamaño y peso no es mucha la diferencia con sus hermanas, son 5 kilos menos y la altura del asiento es prácticamente la misma, solo que la silla, que ahora es integrada en una sola pieza con la del pasajero, es más angosta donde se junta con el tanque y eso permite llegar más fácil al suelo, dando la sensación de que la moto fuera más bajita, pero sea como sea, este detalle se agradece.
Si no fuera por la decoración, donde es evidente su cilindrada, uno podría pensar que se trata de una 1190, ya que son prácticamente idénticas a excepción de los rines que en la mayor son de radios.
En cuanto a confort, nos pareció una moto brillante, más aún para el pasajero que para el mismo piloto, pero ambos gozan de un espacio amplio, agradable, donde los kilómetros no castigan el cuerpo, permitiendo disfrutar de largas jornadas por todo tipo de carreteras, y ya que hablamos de esto, debemos decir que al dejar el asfalto nos encontramos con una moto brillante, que deja ver de inmediato la genética de una marca que domina en el mundo “off-road” y a pesar de que su electrónica más sencilla no cuente con los modos específicos para este terreno, como sucede en las 1190 y 1290, su desempeño en caminos de tierra, piedra o incluso en pantano nos dejó sin palabras. Con ella cada tramo que rodamos fuera del asfalto fue de pura diversión, sin importar que lleváramos pasajero y algo de equipaje, tampoco tuvimos ninguna queja de las suspensiones, que siendo más sencillas no denotan debilidades en ningún momento, con una calibración que probó ser igual de buena en tierra y en asfalto de todo tipo, a ritmo lento, a alta velocidad y en curvas de todo tipo, donde la sentimos mucho más ágil, posiblemente gracias a sus llantas más angostas.
Un aspecto que apreciamos mucho es que conserve el mismo tablero de sus hermanas mayores y el mismo comando izquierdo con cuatro botones que resultan muy fáciles para gestionar la electrónica y desplegar toda la información disponible, que por cierto es bastante, de llegar a decir que es de los tableros que más información ofrecen al piloto y que al mismo tiempo resulta muy fácil de leer gracias a sus dos pantallas que acompañan a un tacómetro análogo, en un diseño que es de lo más funcional que conocemos en tableros actuales.
Como toda KTM que se respete, su carácter deportivo está ahí presente, así como tiene su lado turístico y su faceta “off-road”, al entrar al terreno de las emociones, cuando aparecen esas curvas que se muestran irresistibles, no vamos a dejar de tener buenos momentos, por el contrario la diversión será bastante, tal vez sin las velocidades que se alcanzan con los 150 caballos de su hermana, pero gracias a eso mismo se puede disfrutar plenamente el motor, sin entrar en ritmos que ya nos ponen a jugar en un terreno delicado. En otras palabras, hay menos potencia pero se disfruta más en el mundo real. Y esa potencia se encuentra bien acompañada por un equipo de frenos de gran calidad, capaces de imprimir una desaceleración poderosa, contando con un ABS muy efectivo a la hora de parar en condiciones difíciles o en situaciones de emergencia.
Una buena viajera de aventura debe ser ante todo versátil y esa es la cualidad que más destaca en esta KTM, eso le permite brillar en todos los terrenos y usos imaginables, desde las congestionadas vías de cualquier metrópoli que se nos cruce en el camino, hasta los caminos de tierra más perdidos y olvidados, sin intimidarse ante una rápida autopista o una desafiante carretera de montaña y en todos estos lugares la diversión debe ser una constante, y eso es lo que ha logrado KTM con su “pequeña” Adventure. DM
Comentarios
– La electrónica de esta moto se destaca porque no interfiere cuando no es necesario, en especial el control de tracción, que permite al piloto sentir que tiene el control de la potencia en sus manos, solo cuando las cosas realmente se están saliendo de control entra la ayuda.
– Complementando lo anterior es importante destacar lo fácil que resulta aprender a usar todas las configuraciones disponibles de modos de motor, así como desactivar el ABS y el control de tracción.
– El parabrisas cuenta con un ingenioso sistema para ajustar su altura y ángulo sin necesidad de herramientas.
– Las válvulas para inflar las llantas están a 90º y eso facilita mucho la maniobra de inflado.
– En muchos momentos extrañamos el gato central que no viene de serie en la moto.
– Algo bueno es que incluye los soportes para las maletas laterales que vende KTM y tiene una parrilla bastante útil.
– Incluye una toma de corriente en el tablero.
– En caso de caídas leves cuenta con protectores plásticos que ayudan a mantener el tanque a salvo.
– Otro buen punto es que incluye los cubremanos.
– La caja es demasiado suave y precisa. Una delicia.