Nuevamente abrimos un espacio para un viajero, se trata de un colombiano que como muchos ha sentido el deseo de explorar el mundo en dos ruedas y uno de sus viajes ha sido a los Himalayas, así que aquí los dejamos con la historia de Tomás Bernal Moreno
El Diario en Ladakh
El de 7 Agosto de 2019 inició un viaje a un territorio desconocido donde las expectativas eran muchas porque se trataba de participar del evento MOTO HIMALAYA 2.019, un viaje que organiza desde el 2.017 la empresa Royal Enfield y que se trata de un viaje al corazón de la región del país Indio llamada Ladakh conocida por muchos como Cachemira, que es la región en disputa de Pakistán con China donde se encuentra los montes Himalayas.
Nuestro protagonista y escritor de esta nota, Tomás Bernal en la RE Himalayan
Desde meses antes venía planeando este viaje y considero que la preparación no pudo ser mejor, me equipe con lo mejor que se podía para estar fuerte de cuerpo y abierto de mente, para vivir diferentes experiencia, prepare mi maleta con la mejor chaqueta, pantalón, guantes y botas que se conseguían en el mercado pues en temas de seguridad no se puede escatimar, “Alpinestars” era la marca; además de uno de mis cascos, por no decir que el mejor que tengo, que es un BELL MX9, añadí a mi equipamiento un estabilizador de Imagen para los videos, una cámara y una GoPro que me ayudaría a recordar este viaje por el resto de mi vida.
El vuelo salió de Medellín a Bogotá, donde luego tomé un vuelo de más de 16 horas a Estambul con parada en Panamá de 2 horas, luego aproveche la escala en Estambul de 9 horas, para montarme en un bus y conocer el centro de la capital de este país que se ubica en Europa y Asia al mismo tiempo. A las 9 de la noche cansado de un día de caminar más de 10 kilómetros por todas las calles y lugares hermosos de Estambul, tome el vuelo a Nueva Delhi capital de la India llegando a las 5:45 am del día siguiente y dándome cuenta que mi maleta donde traía todo lo que había preparado por meses no llego conmigo, porque se había extraviado en cualquier aeropuerto y por tanto debía inventarme algo pues el Moto Himalaya 2019 empezaba a los 2 días siguientes. Hice lo que cualquier persona haría que es interponer una queja física, otra por la página web y llamadas cada 2 horas a las aerolíneas a ver si lograba alguna información sobre el paradero de mi equipaje; al día siguiente y sin noticia alguna, lo único que me quedaba era comprar todo de nuevo, es por esto que con un par de llamadas me conseguí un 25% de descuento en el almacén de Royal Enfield más grande de New Delhi donde me equipe nuevamente con botas, casco, guantes, chaqueta y demás equipos de primera necesidad para realizar esta aventura.
Llegó el día, 11 de Agosto de 2.019 donde este colombiano tomaba un vuelo desde Nueva Delhi a Leh la ciudad capital del estado Ladakh, el epicentro de las montañas más famosas del mundo, las del Himalaya, solo veía desde el avión montañas nevadas, paisajes áridos y uno que otro árbol y vegetación, luego de 55 minutos en el aire aterrizamos en un lugar que no sería capaz de describir si no hubiera estado allí, un pequeño valle con montañas nevadas en su pico a lo largo de sus 360 grados. Estábamos a 3.524 metros de altura sobre el nivel del mar, por ello cuando tocamos tierra, el piloto despresurizó el avión, de inmediato sentí dificultad de respirar y bastante mareo mientras realizaba todos los trámites en el aeropuerto, para posteriormente dirigirme al Hotel Lakrook, base del Evento el cual recomiendo a cualquier viajero que venga por esta zona, con una arquitectura al igual que la de toda la Ciudad de Leh, a la que se tiene el Tíbet; además la fisionomía en su población es muy diferente a la del resto del país.
De inmediato me recibió el equipo de Royal Enfield de una manera que no me esperaba, fue con un abrazo y mencionando bienvenido mi amigo de Colombia, queremos ir a tu país, luego de estas palabras y emocionante bienvenida, comienzo a conocer el equipo participante, personas de todos los países del mundo que como yo llegaron con ilusiones, deseos y expectativas de este maravilloso viaje, conocí entonces a Bob quien en ocasiones me refería a él como Tío Bob, un gran amigo de San Francisco Estados Unidos, en donde Gerencia una tienda de motos, conozco también a Frank un Alemán de la ciudad de Colonia que al igual que Bob, es amante de las motos Alemanas, también estaba en la mesa Damián de Inglaterra hombre de negocios y empresa de finanzas, que es bastante apasionado por las motos; pero aun no es poseedor de una RE, por último estaba Fadi un libanés radicado en Inglaterra hace más de 20 años quien nos confesó que ni moto tenía y que era su primer viaje de aventura, llegó de ultimo Deaon mi compañero de habitación por todo el viaje y nuevo amigo de Filipinas poseedor de una Classic 350 en su país, hasta esa hora tipo 1 o 2 de la tarde no había llegado nadie más de los participantes pero luego de algunas horas, almuerzo local y caminada por Leh con Damián siendo las 4 p.m. tenemos la apertura del Evento donde conocí al resto de compañeros siendo en total 22 participantes, 2 tailandeses, un Indonesio, otro filipino, una embajadora de la marca norteamericana, otra embajadora de la marca Australiana, un griego varios norteamericanos más, y no podía faltar Kim el coreano que con su escaso Inglés solo podía responder a todo, OK.
El primer día básicamente fue adaptación a la altura y el segundo también lo fue pero con rodada en moto por lugares aledaños de Leh y regresando a la base, Lakrook; la idea era conocer las motos y acostumbrarnos a la altura, tráfico, manejo y potencia de las máquinas; pues a esta altura, comparado con el nivel del mar, la motocicleta, puede perder más del 20% de su poder.
Llegó el tercer día, el más esperado por todo el equipo y el que más temor nos daba, porque empezábamos nuestra aventura subiendo al paso vehicular más alto y peligroso que tiene el planeta tierra, “Kardung La Pass” el cual solo había visto por Discovery Channel los martes de motores pero este día, yo lo conocería y lo haría en esa moto que ya se ve en las esquinas y semáforos colombianos, la Royal Enfield Himalayan 411cc; salimos del hotel a las 8 a.m. con la caravana compuesta por el carro taller llamado Gun Wagen con el slogan de Made Like a Gun y otros 4 vehículos incluido el equipo médico; partimos a nuestro destino que sería cruzar Kardung la pass y llegar a Nubra Valley, no fue nada fácil incluso es aquí donde uno entiende porque en las películas los alpinistas son tan lentos , nos demoramos unas 2 horas en llegar al alto ya que la carretera no era para nada buena, la moto aunque tiene buena potencia en relación con su peso; debíamos exigirle bastante para poder tener algo de velocidad, finalmente llegamos a Kardung La Pass, donde por recomendación del médico no podíamos estar más de 15 minutos en la cima así lleváramos dos días de adaptación; apague la moto me quite el casco y me di cuenta que estaba bastante mareado y que no era cuento, eso de que la altura es algo serio en el rendimiento Humano; pero ahí estaba yo en la cima de Khardung con mi cámara subí por una pequeña colina de piedras y tome las fotos de ese momento, que en realidad no esperaba tener nunca, así fue como me pasaron los 15 minutos que teníamos y nuevamente luego de 2 bocanadas de aire muy profundas nos montamos a la moto para empezar el descenso con ánimo de llegar al valle más famoso del estado de Ladakh por sus peculiares montañas que son de Roca sólida; pero que por los derrumbes de miles de años, generan pendientes de ángulos exactos de color rojizo que combinan perfectamente con las motos y la aventura en la que estábamos. Nos demoramos otras 3 o 4 horas en llegar y por primera vez en esta aventura dormiríamos en Tiendas de Campamento la cuales tenían todas las comodidades que uno pueda imaginar. Ese día luego de hablar y reír un rato salimos en las motos a un desierto cercano a menos de 2 kilómetros donde pusimos a prueba nuestras habilidades más, que las de la moto, pues rodar en arena es otro cuento, la moto va a donde tú quieres si tienes la técnica y velocidad; pero si no es así con seguridad tendrás arena en todos tus bolsillos por un largo tiempo.
Es el cuarto día y luego de un desayuno muy tradicional de fruta, frijoles con curry un pan llamado naan y un té de especias llamado Chai que se toma en leche, situamos nuestras maletas en la Gun Wagen y la maleta satélite la adherimos a la moto para dar inicio a unos 180 Km donde unos 100 de estos, fue entre ríos, trochas y carreteras que se desmoronaban ante el río subyacente que los bordeaba; pretendíamos llegar al famoso lago Pangong Tso que es el Lago endorreico más alto y largo del mundo, el cual comparten China con sus dos terceras partes de su longitud e India con el resto; como estábamos en medio del valle a tan solo 4.000 mts sobre el nivel del mar teníamos más oxígeno para aprovechar la potencia de las motos; así que mientras salíamos del valle por carreteras bastante rectas, pudimos darle gasolina a la mezcla y sacarle 120 a 125 Km/h a estas máquinas, lo que no es una velocidad muy alta para muchos pero deben considerar la altura. Nos sorprendió como la inyección de la moto funcionaba tan bien y era tan precisa, logrando que la moto marchara como en condiciones normales de altura. Luego de salir del valle empezamos carretera de montaña que por obvias razones era ondulada y con demasiados ríos, unos más grandes que otros, unos secos por la época otros furiosos, porque en invierno el nudo montañoso del Himalaya se cubre de nieve y hielo casi en su totalidad; pero en verano y otoño el hielo se descongela en un 80%. Luego de 1 hora de rodar en la moto perdimos la cuenta de cuántos ríos o quebradas cruzamos pero sí recuerdo, que algunos ríos tenían profundidades de más de 40cm, y aquí no puedo decir que todo fue perfecto porque algunos de mis compañeros no lograban atravesarlos y se caían; pero era tan divertida la experiencia y tan alta la adrenalina que teníamos todos, que ayudamos entre todos a sacar sus motos y salir del río o lodazal y así poder continuar nuestro destino.
Finalmente llegamos luego de muchas trochas y de subir unos 1.000 mts desde Nubra a una carretera que nos dejaba apreciar a lo lejos, un lago inmenso de agua salada con montañas pedregosa nevadas en la punta, cogimos la carretera que lo bordeaba que era de piedra y arena y todo esto era tan maravilloso, que todos iniciamos una persecución del otro, teniendo los 5 minutos más excitantes hasta ese día, donde el derrape, saltos y ríos fueron los culpables; luego ya en el campamento caminamos por el lago estábamos cansados y con poco oxígeno pues Pangong tso está a casi 4.500mts de altura, ese día simplemente disfrutamos de la cena, de una corta pero buena conversación y a las 9 p.m. todos estábamos durmiendo.
Ya estamos en la mitad del viaje, un 5to día donde la meta era regresar a Leh la que considerábamos nuestra casa; pero no sería nada fácil debíamos recorrer unos 300 km para atravesar el segundo paso vehicular más alto del mundo llamado Changla Pass que es a 5.490 mts de altura y donde les confieso que disfruté más que subir y pasar Kardung, porque la carretera era menos congestionada, era pura trocha podía sacar fácilmente 60Km/h pues era de ascenso lento y con paisajes de pequeños Lagos azules, vacas, cabras y Jacks pastando , fue incluso tan divertido, que aunque la altura no me dejaba respirar y debía estar de pie en la moto siendo una de las motos más cómodas que conozco para manejar de pie, el aire se me acababa y debía detenerme a un lado del camino por unos minutos para respirar profundamente y coger nuevamente energía para continuar; me sentía pleno, feliz estaba haciendo lo que me gusta y en un lugar inolvidable y memorable para el resto de mi vida. Creo que la moto sentía lo mismo que yo, aunque el oxígeno le hacía falta para darle más potencia; la precisión y perfección del sistema de inyección de esta moto es maravilloso a pesar de estas circunstancias. Me quedo con el equipo por unos 20 minutos tomando fotos y hablando de lo divertido que fue subir a Changla Pass, luego partimos hacia Leh, haciendo travesías e inventando rutas que recordaban curvas, pues íbamos en una Himalayan, “la moto para todos los caminos incluso donde no hay caminos” por eso, me animó a retar a mis compañeros de desorden Bob, Damián y Jesh a subir nuestra adrenalina y fue cuando descubrimos unos atajos hermosísimos entre piedras y cañadas. Finalmente terminamos el ascenso y llegamos a una carretera pavimentada ondulada pero muy buena, camino a Leh y ahí fue donde pudimos darle duro y mostrarle a mis amigos oriundos de países de carreteras normalmente rectas y planas de que estaba hecho este Colombiano, fue ahí donde les mostré como se coge una curva y por supuesto, no me faltó la cordialidad que nos caracteriza, les avisaba cada que adelantaba un carro o camión haciéndoles señas con la mano que podían adelantar, llegamos después de 40 minutos al hotel, donde luego de 2 días sin luz eléctrica ni WiFi disfrutamos el toque de modernidad nuevamente.
Día sexto, largo día pues iríamos al lago más alto de la India llamado Tso Moriri, salimos de Leh por una carretera que les digo fue aburrida y nada emocionante, luego de 2 horas llegamos al punto de inspección policial donde nos obligan a mostrar cámaras, celulares y demás pertenencias, nos prohíben que tomemos fotos en el trayecto. Luego de 3 horas por carretera destapada o semi pavimentada nos encontramos con una escena de película donde un convoy de unos 14 camiones militares de tamaños desproporcionados salían de una colina y tomaban nuestra carretera, nos obligan a orillarnos y luego de 5 minutos de que pasará finalmente el último, comenzó lo bueno, una planicie para poder acelerar nuestras motos, nadie a tu alrededor solo Bob y yo, pues la manada venía atrás , era una planicie de arena medianamente firme con algunas piedras y poca vegetación sin ruta trazada sino esperando a que nosotros la diseñáramos donde se perdía la mirada en el horizonte y paralelo a este sueño hecho realidad, una pequeña carretera asfaltada que por supuesto ni Bob ni yo seríamos partícipes de usar y con nuestras motos en quinta marcha, la mejor suspensión que una moto de este cilindraje puede tener por su altura y desempeño además de su rueda delantera de 21 pulgadas la cual absorbe todo tipo de obstáculo, hueco o excedente que se cruce en el camino; tomamos velocidad y por 10 minutos volvimos a ser niños en un parque de diversiones, solo era acelerar y no perder el control, alcanzamos de 90 a 100Km/h para mirarnos y reír y gritar de la emoción; pero como dicen por ahí, lo bueno no dura y nuestra planicie infinita sí tenía un final, llegamos al pueblo de Tso Moriri que en su salida estaba nuestro campamento al que llegamos excitados y felices y de primeros con la ventaja de escoger tienda y obviamente, la de la mejor vista fue la mía.
La historia del día 6 no se acaba, luego de descansar vimos tan interesante el caserío que fuimos caminando a conocerlo, les cuento que subir 10 o 20 metros nos obligaba a parar nuestra marcha para respirar, pero al fin llegamos al centro donde está situado un templo de oración donde comprobamos que todo el pueblo gira alrededor de él. En Ladakh especialmente practican la religión Budista pero más que Budista es el budismo tibetano, también conocido como lamaísmo, algo que estudié en el colegio hace muchos años, pero que luego de esta visita a este templo y ver como personas que viven a kilómetros del pueblo de Tso Moriri hacen el viaje a orar, ver como todos se entregan comida en la mano en forma de oración, quiero estudiar más sobre ella. En este lugar, en medio de tantas personas también observo que los habitantes de Ladakh mujeres, niños y hombres son de estaturas no superiores a los 140 o 150 cm con rostros finos y color de piel un poco oscura por no decir tostada, no por el sol sino por el frío, con ojos de color miel que combinan con sus atuendos coloridos, son bastante silenciosos pero amigables; dimos un último vistazo y luego de participar por 40 minutos de la ceremonia nos dimos vuelta al campamento para finalizar el día con la cena tradicional de la zona y un par de cervezas enfriadas en un pequeño arroyo que cruzaba el campamento, se podrán imaginar lo fría que baja el agua de la montaña del Himalaya.
El día 7 vamos a partir rumbo a Tso Kar otro lago que aunque no es lejos, nos genera excitación pues debemos volver a pasar por el parque de diversiones mío y de Bob; pero en esta ocasión seremos todo el equipo, una estampida de 23 Royal Enfield Himalayan al tiempo, admito que lo volví a disfrutar de igual forma, me sentía minúsculo en un mar de arena pero sin límites, vi como todos mis compañeros se divertían de igual forma. Salimos de la planicie, tomamos carretera, borramos un río, llegamos a una intersección que ya habíamos pasado pero esta vez tomaríamos hacia otra dirección y luego de 5 horas casi 6 con el guía adelante, pero Bob y yo liderando empezamos a subir por carretera destapada y ondulada a buen ritmo, aunque Akash nuestro guía no nos dejaba sobrepasar; nos aguantamos 5 o 10 minutos, pero por favor, en el Himalaya en la India a más de 36 horas de Colombia ni Bob ni yo podíamos soportar y nos adelantamos para disfrutar como niños con una bici nueva y con solo una mirada hicimos click y empezó lo que para mí fue la experiencia más fantástica que he vivido en una moto, el parque de diversiones del día anterior no era nada al lado de esta carretera destapada a los 120Km/h donde el paso de camiones y carros crearon surcos en el piso, es decir dos canales de arena y piedra fina donde la Himalayan se enterraba y adhería con sus llantas Pirelli como ninguna otra, cada uno de nosotros con su técnica y peso, Bob siempre de pie y yo de pie en donde eran rocas pero sentado en los cruces tomando el carril o brecha interna y dejando que la moto sola se fusionará con el canal y no me sacará del camino por mi peso, casi sentado en el tanque fueron casi 30 a 40 minutos de esta fantasía , solo veíamos polvo en los retrovisores, yo le daba gracias a Dios por el momento. Llegamos a Tso Kar un lago casi blanco con montículos de sal por todas sus orillas y después de 30 minutos partimos a emprender el regreso entre saltos y dunas de arena para llegar al Campamento en el que ninguna tienda tenía baño interior, solo eran 4 baños afuera para todo el campamento, un solo cubículo de ducha sin ducha; sino con un calentador solar a escasos pasos y 2 cubetas plásticas que recargaba el agua y luego la mezclabas con agua fría hasta encontrar el punto exacto, para bañarte, no puedo decir que me encanto pero disfrute ese momento; ya bañados nos encontramos todos sentados al lado de las tiendas y el dueño del campamento un adulto mayor, nos invitó a hacer una fogata luego de la cena lo que me pareció extraño pues en el Himalaya son pocos los árboles para obtener la madera, así que aprovechando la luz restante del día trae un costal con excremento de vaca y Jack totalmente secos, casi cristalizados, arma una pirámide y deja listo lo que un par de horas más tarde se volvería una fogata inmensa e inolvidable que nos dejó térmicamente listos para ir a la cama.
Llegó el último día de conducción, tristes pero cansados y deseosos de disfrutar el último día de camino salimos cada uno de las tiendas y nos damos cuenta que sería el peor día de la excursión, estaba nevando, era el 18 de Agosto en Ladakh, todas las motos eran blancas, el desierto de arena donde el día anterior hicimos vuelos, derrapes y carreras ya eran dunas de hielo, fue tanto que se pospuso la partida 1 hora esperando que dejara de nevar, siendo las 9 a.m. y viendo que todo seguía igual o peor se toma la decisión de salir a las 10 a.m., algunos con su ropa impermeable otros como yo no la teníamos cosa que habría agradecido tener mi chaqueta, pantalón, guantes y botas Alpinistas, que se habían perdido junto con el resto de mi equipaje en algún aeropuerto; no tenía más opción que echar mano de la creatividad, como buen colombiano en una situación extrema, así que cogí unas bolsas plásticas en donde venían partes de las banderas de colores que usan los Tibetanos colgadas en sus casas, templos y en el campamento, tomó una navaja le cortó las tiras y me hago mi propia ropa impermeable, admito que no fue la mejor pero ayudo un poco, eran las 10 a.m. y estábamos saliendo todos en fila India detrás de Akash nuestro guía, no se veía nada y menos yo que tenía Googles y con el vapor de la respiración se empañaban por dentro y por fuera, así fueron 6 kilómetros por dunas de hielo que tomó unos 40 a 45 minutos pasar, Frank el Alemán se cayó varias veces, los tailandeses también pero todos parábamos a ayudarles, finalmente llegamos a una asfaltada y así mi ánimo y optimismo cambiaron un poco ese día, pues les admito que la moto es una locura pero en la nieve creo que ella o ninguna otra se comportan bien, esta inyección de ánimo duraría poco, porque estábamos iniciando el ascenso al tercer paso vehicular más alto del mundo, nevando, emparamado y extrañando mi equipo Alpinestars y BELL, subimos pisando la huella de los carros y camiones por lo menos unas 2 horas y cuando estábamos a punto de llegar a la cima nos encontramos con una caravana de camiones militares, fue una pesadilla sobrepasarlos porque no se salían de la huella del camión de adelante, al puro estilo Indio; Lana, Frank y algunos otros de mis compañeros dejábamos que se perdiera la huella del dedo en el botón del pito con ánimo que estos soldados les diera compasión de estos mojados moteros con temperaturas por debajo de los 0 grados y creo que dio resultado, sobrepasamos unos 7 o 10Km/h, pasando estos camiones verdes colosales la llanta, pero antes de sobrepasarlos todos mi llanta delantera se desliza en el hielo y me manda a unos 3 o 4 metros de la moto, Frank y Jesh me ayudan, la rodilla me dolía intensamente, pero eran más las ganas de salir de ese lugar que otra cosa y decidimos continuar, les cuento que bajar de ahí tomo 2 horas en el descenso mis compañeros se quedaron y Lana me alcanzó fue un descenso a unos 10 máximo 20 Km/h, pitando a todos y cada uno de los camiones militares, con suerte que algunas veces paraban 10 o 20 camiones a instalar más cadenas a las llantas de sus máquinas para generar adherencia y fue cuando finalmente los superamos; el frío era intenso los cuerpos estaban agotados por la ausencia de oxígeno, el frío, la humedad y personalmente por 1 semana sin comer carne, no habían casas, tiendas o seres vivos era nieve agua y la moto.
Finalmente vemos una tienda los cuerpos no nos dan para continuar y decidimos parar, el dueño de la tienda se apiada de nosotros y prende el fogón a gas, lo pone en el piso nos quitamos las botas y medias y ponemos los pies a calentar y Lana entra en llanto por el dolor que el frío le producía, una señora que se encontraba en la tienda, comienza a hacerle masajes en los pies, así continuamos por 40 minutos hasta que llegó el resto del equipo. El médico nos examinó a todos, incluso mi rodilla ya estaba hinchada; pero dijo que nada grave afortunadamente, ya nos habíamos tomado unos 5 vasos de té caliente y habíamos subido la temperatura corporal por lo que a 80 Km de Leh las ganas de llegar y de no ser derrotados por la aventura nos dio el último empujón, salimos y nos encontramos con derrumbes por unos 40 Km, los mismos camiones del ejército que lograron pasarnos nuevamente estaban pegados en un lodazal, cosa que nos gustó porque ya no fueron problema para nadie de nosotros, pues los 23 participantes pasamos sin ningún contratiempo. Nuevamente la Himalayan hacía lo suyo, pasamos por encima de piedras, ríos de agua turbia, lodazales y finalmente los últimos 40Km una carretera supremamente bien construida donde la meta era llegar al hotel y tomar una ducha caliente cosa que logramos en unos 45 minutos.
No puedo acabar esta historia sin antes mencionar que todos y cada uno de los días trate la moto como si no hubiera un mañana, la exigí la tiré por donde otros de mis compañeros no la tiraban, cruce por donde otros no se atrevían sumado a que era el más pesado del equipo, y el terreno me ayudó a demostrar que esa moto es indestructible y que el eslogan que dice “para todos los caminos o para cuando no hay caminos”, es totalmente cierto.
Sin duda esta experiencia quedará de por vida en la memoria de Tomás y de cada uno de los participantes en esta aventura