Esta historia hace parte de las aventuras de Daniel Velandia y El Mundo en Pulsar. ¿África indómita? corresponde al capítulo 7 de sus narraciones.
El Mundo en Pulsar
¿África Indómita?
Un alemán nos habló de los safaris del South Luangwa Park. Sin pensarlo mucho tomamos rumbo hacia allá.
Zambia es la puerta de entrada a África negra, recuerdo haber visto en la página de un viajero inglés que el hombre estaba como consternado por el impacto que le había producido su llegada por estas tierras, sin embargo lejos de ser esto el continente por explorar, la tierra inhóspita y salvaje, África Central, al menos del lado de la costa oeste, es un lugar bastante occidental, lleno de matices y sorpresas por supuesto, pero bastante “civilizado” y más que nada acostumbrado a los turistas de bolsillos opulentos y a los motociclistas de colores a bordo de sus máquinas “espaciales”.
Sobre estas líneas las cataratas Victoria, un espectáculo impresionante que tuve la fortuna de ver desde el aire.
Las cataratas Victoria son uno de esos puntos obligados de visita sin importar que la época del año no sea la correspondiente a la de las aguas fuertes, al del “humo que truena” como los antiguos pobladores de la región las llamaban por el sonido que produce la fuerte caída del agua, este sitio es algo digno de visita y contemplación, hay buenos hospedajes en los que acampar o tomar una habitación, decenas de actividades para hacer si se es un adicto a la adrenalina y una que otra turista digna de contemplar si es el caso. Para nosotros fue también el lugar en el cual experimentar nuestra primera vicisitud de cuenta del dinero al quedarnos sin un céntimo y tener que recurrir a un préstamo que nos hicieran en el backpackers en el que nos estábamos quedando, afortunadamente todo el lío resultó siendo más un enredo casual que una crisis de proporciones homéricas y el lunes siguiente a nuestra llegada estábamos una vez más con los bolsillos suficientemente aprovisionados para continuar rumbo a Lusaka, la capital de este país en la que por aquellas cosas del camino terminamos encontrando un lugar en el que pudimos realizarle un trabajo a Elvira que incluyó cambio de cadena, ajuste de válvulas y una “reinstalación” del resorte del pedal de freno que estaba a punto de salirse.
El campamento del safari South Luangwa Park y (abajo) unos ilustres visitantes que llegaron en busca del alimento matutino.
La idea inicial era partir desde Lusaka hacia Tanzania pero como en el camino el mejor plan es andar como las pacheco e ir a donde inviten o a donde propongan, cuando un alemán que conocimos en el hospedaje nos habló de las bondades de los safaris en el South Luangwa Park decidimos continuar el camino hacia allá sin mirar muy bien el mapa ni consultar de a mucho la cosa. El safari que fue doble, uno diurno y uno nocturno, estuvo a la altura de las expectativas, cientos de distintos animales incluida una manada de leones y un leopardo que según dicen es de lo más difícil de ver, le dieron pleno sentido a esta experiencia africana, los precios de la comida en el campamento no estuvieron tan amenos, pero el lío radicó en que al estar más próximos de la frontera con Malawi que de la otra con Tanzania y por cuestiones de tiempo, nos resultaba mucho más práctico continuar hacia el país del lago que desandar el camino y regresar a Lusaka, el detallito es que no teníamos visa y eso en la frontera, al menos en ésta, se paga con dólares y no es barato. El asunto es que los colombianos necesitamos visa para entrar a casi todas partes, Malawi no es la excepción, pero este país, como muchos otros, decidió cancelar la expedición de visas en la frontera, de manera que esta deba tramitarse en una embajada o consulado, para nosotros esa opción estaba del todo fuera de lugar pues ya ni siquiera podíamos volver a Zambia, afortunadamente existe un permiso provisorio para la entrada al país que es legal y gratuito, pero como el perro sabe a qué árbol le ladra, los oficiales en el puesto de la frontera saben cómo conseguir una tajada de cuenta del documento. De manera que a Malawi entramos, sacamos una visa de tránsito y salimos a las carreras para evitar más contratiempos, el afán, sin embargo nos dio tiempo para disfrutar de algunas de las bellezas de este lugar, su lago principalmente es hermoso, es también un remanso de paz y colores, un lugar al que se le debe dedicar tiempo sin duda alguna.
Acampando en Sudán, en compañía de otros viajeros.
Tanzania es la tierra de los safaris por antonomasia, la casa del Kilimanjaro, el Serengeti y Ngorongoro, unos de los parques más renombrados y visitados por turistas de todas partes del mundo, es también la casa de paisajes hermosos, de provinciales montañas que mezclan el verde de las plantaciones de té con laderas salpicadas con el ocre y marrón de sus árboles escuálidos. Las carreteras principales están todas asfaltadas y llenas de reductores de velocidad, a pesar de esto accidentes de tractomulas es lo que hay para ver por todas partes. A lo largo de los seis días que estuvimos en este país la lluvia nos acompañó durante cinco, nada pudimos ver del majestuosos Kilimanjaro que por esos días descansaba plácidamente arropado por nubes bajas, en Arusha nos despedimos del país una mañana gris recorriendo una carretera que parecía trazada en las altitudes de un páramo. Entrar a Kenia fue asunto de sonrisas, así es como te reciben en este país, con una sonrisa y un impuesto que más allá de lo que parezca se paga sin remilgos a diferencia de lo que sucede en otras naciones. Kenia fue para nosotros una experiencia única porque a pesar de lo mal que empezaron las cosas todo terminó bastante bien. Al ir a la embajada de Etiopía, el siguiente país en nuestra ruta, salimos con la solicitud de visa negada, era la segunda vez luego del contratiempo en Pretoria, sin embargo en la embajada colombiana el cónsul se ofreció a ayudarnos con tan buenos resultados que no solo conseguimos la visa etíope sino también la de Egipto y Sudán, esta última una de las más difíciles de conseguir por los requisitos que impone el gobierno. En el proceso tuvimos la oportunidad de hacer unos nuevos amigos mientras nos hospedamos en un backpacker de la ciudad y disfrutar de unos buenos días de mucha vida social y más bien poco trabajo.
Nuevamente cruzamos la línea ecuatorial, esta vez por los lados de Kenia.
Etiopía fue la siguiente etapa de este recorrido, un país sorprendentemente hermoso y montañoso, con paisajes magníficos y una comida que debería figurar en cualquier restaurante internacional junto a la italiana o la francesa, esta gente tiene sazón y les gusta el picante no tanto como los viajeros, porque en honor a la verdad resulta difícil sentirse a gusto en un país en el que uno de los deportes favoritos de los niños es “atinarle al viajero” con piedras o palos, los hoteles tampoco es que sean nada del otro mundo y más allá de Lalibela que es lugar imperdible de este país, resulta complicado encontrar un lugar con un baño decente, a priori resultaría más simple encontrar un lugar para acampar pero con esta cuestión de las piedras sinceramente no llegué a sentirme del todo seguro para hacerlo. En cambio, Sudán a pesar de todo lo que se ve y escucha en los noticieros es un lugar magnífico para acampar casi en cualquier parte, cosa que de paso sirve para relajar el alma, en esta época del año las temperaturas a pesar de ser altas, son soportables y en las noches hace algo de frío pero muy soportable también. La moto ya está muy acostumbrada a pasar la noche a la intemperie y no se hace dolores de cabeza con ello, sus achaques a esta altura del camino se deben más a las cicatrices que le ha dejado el mal estado de las carreteras a la salida de Kenia y Etiopía principalmente, el exhosto tiene una vibración rara, se cayó la direccional trasera derecha de cuenta de la vibración y de un exceso de apriete cuando la monté en Namibia luego del golpazo, ya sería justo y necesario cambiar las llantas y necesitamos con carácter urgente unas pastillas de freno que no pudimos conseguir con el distribuidor en Nairobi, Kenia, de manera que venimos tratando de no usar frenos o en caso necesario solo el trasero, lo bueno es que a estas alturas ya todo está coordinado para realizarle un debido mantenimiento tan pronto como lleguemos a El Cairo, hasta entonces habremos de seguir con calma y prudencia chequeando que todo esté en orden para ella, que a pesar de tantos avatares sigue funcionando como al principio.
En Etiopía, los «Camellitos» abundan en las calles y son conocidos como Tuk Tuks.
Entre tanto seguimos disfrutando de Sudán, un país al que es difícil entrar y del que es complicado salir, más que nada porque te deja la sensación de que unos cuantos días de más no habrían sido en vano, que vale la pena descubrir algo más de su tierra inhóspita y su gente de corazón y amabilidad inigualables. Rodando junto a la orilla del Nilo, en ocasiones resguardados del sol bajo la sombra de las enormes palmeras, contemplando la frescura de sus plácidas aguas, esquivando las pequeñas dunas y las piscinas de arena, el tránsito por la zona del desierto, más que un reto, termina convertido en un gusto al que se le suma la atención de la gente y la belleza de las villas del pueblo Nubia que a cada tanto cruzamos. Esta será sin duda una de las etapas de más grata recordación para nosotros.
Para cruzar de Sudán a Egipto la única manera de hacerlo es mediante un ferri que sale una vez a la semana de un lugar llamado Wadi Halfa, un lugar olvidado por Alá y sus discípulos, seco, pobre, maloliente. Allí debimos permanecer una semana en espera del ferry por un fallo en la información, resulta que para el mundo musulmán por esos días se celebraba la fiesta del Aid El Dhaa que duran una semana y por las que todo, absolutamente todo se paraliza en este país y particularmente en este lugar. Una experiencia inesperada y algo complicada de asimilar pero al cabo de la cual pudimos finalmente entrar a Egipto, el décimo y último país de nuestro camino por el continente africano.
Elvira refrescando sus llantas nada menos que a orillas del Nilo. Ella es la protagonista principal de El Mundo en Pulsar
Dicen que cada cual vive las cosas de distinta manera, Egipto lejos de ser el paraíso cultural que se supone debería ser, resultó siendo una experiencia muchas veces aburridora y molesta, aunque el país obviamente tiene unos tesoros y unos lugares que están más allá de mi capacidad de descripción. En el camino nos encontramos con personas muy buenas y el servicio que le prestaron a Elvira estuvo más allá de lo que imagináramos en principio, sin embargo a la hora de llegar al Sinaí y emprender nuestro último camino egipcio no veíamos la hora de salir, pero en el camino las cosas siempre cambian y nuestros últimos días en Egipto antes de pasar al Oriente Medio fueron unos de los más inolvidables, pero esto debemos dejarlo para más adelante.
En el camino siempre encontramos niños curiosos y sonrientes. Una de las alegrías de El Mundo en Pulsar poder ver las reacciones de la gente a lo largo de la ruta
El Mundo en Pulsar – Visas
Esta es la parte más aburridora de un viaje en moto y más cuando el pasaporte es colombiano (no es una queja, es un hecho). La idea de tramitar las visas al llegar a las fronteras pronto debió ser descartada, muchos países han abolido este recurso, lo más recomendable en aras de evitar contratiempos y gastos innecesarios es tramitar las visas directamente en las embajadas. Para el caso de un viaje como este, lo más recomendable es tramitar las visas en Sudáfrica donde los funcionarios probaron ser de mente más abierta. Hay que fijarse en el itinerario y la fecha de caducidad de las visas expedidas. También está el recurso de las embajadas colombianas, en África las hay en Pretoria, Nairobi y El Cairo, en las que al menos en nuestro caso dimos siempre con personas solícitas y dispuestas a ayudarnos con lo que estuviera a su alcance. Así cumplimos con El Mundo en Pulsar.
Esta es la ruta en la aventura El Mundo en Pulsar
Ruta: Livingstone, Zambia – El Cairo, Egipto
Distancia total recorrida: 36143,73km
Tiempo total de viaje: 277 días
Descripción del trayecto: Carreteras principales asfaltadas en su mayoría con algunos tramos en reparación. Kenia y Etiopía tienen varios caminos en mal estado difíciles de transitar en época de lluvia.
El Blog de Elvira
Cruzar África, para El Mundo en Pulsar, fue mucho más simple de lo supuesto, pero el paso no estuvo exento de momentos difíciles que de una u otra forma me dejaron con alguna marca en el proceso. La salida de Kenia fue particularmente una de las más difíciles, los caminos del norte están a medio hacer, hay muchas piedras sueltas, grandes y pequeñas, los tramos rizados son para mí los más desgastantes por la cantidad de vibraciones que generan y eso trae como consecuencias desajustes y tornillos flojos, al menos por ese lado no me descuidaron y de visitas al suelo más bien hubo pocas, la salida de Etiopía fue algo complicada, también en esta ocasión por las rocas fijas en el piso, en los tramos en que la carretera combina asfalto nuevo con pisos de grava es hasta agradable rodar y con la práctica hemos aprendido a lidiar más con ellos, sin embargo la llanta trasera que es demasiado alta me ha dejado un boquete en el guardabarro bajo el asiento aunque de otro lado ha aportado mucho a enfrentar estos caminos de superficie deslizante. De mantenimiento me siento bien, Daniel ha estado pendiente de mi ajuste pero ya hacía falta que viniera alguien con más herramientas y conocimientos, y afortunadamente la gente de Bajaj en El Cairo me dejó como nueva luego de tenerme dos días con ellos. Se viene el Medio Oriente y Asia, pero ya estamos en forma para afrontar la última parte del recorrido de El Mundo en Pulsar.