Hace días hemos visto como medios de gran relevancia nacional han intensificado el tema contra el incremento de ventas de motos en Colombia. Comenzaron con los informes donde se habla del crecimiento a nivel comercial, luego se fueron por el control o regulación de las mismas y el más reciente nos habla de las ciudades con más motos.
No sabemos bien para dónde va tanto interés en el aumento de motos en las calles, pues es cierto que cada mes vemos que las cifras crecen y esto debe tener sus bases en el deficiente servicio de transporte público en las ciudades de nuestro país. La gente está cansada de la inseguridad en esos medios masivos, la falta de regulación y control de horarios a las rutas y en muchos casos la falta de cobertura por todas las zonas de las principales ciudades.
Otro aspecto que ha motivado a la gente a comprar moto, está relacionado con las restricciones como el pico y placa. Todo ello parece haber detonado el tema en algunos de los medios más representativos de nuestra nación.
A pagar más
Luego llegó la hora del tema «carnudo» el de los impuestos y la regulación. Es ahí a donde apunta todo. Generalmente en época electoral las motos y los motociclistas hemos sido el caballo de batalla de muchos, algunos de ellos para protegernos y otros para atacarnos.
El tema de los peajes se ha vuelto recurrente, pero la lógica es que las motos no deterioran la malla vial de la misma forma que lo hacen los carros o los vehículos pesados, aún así ese ha sido un argumento constante entre los detractores del sector. Muchos de ellos vinculados a los sistemas de transporte público o a las entidades gubernamentales que nos ven como una caja menor, de donde pueden generar más recursos.
Lo cierto es que las motos en Colombia se venden y se venden bien, pero el motivo de fondo nunca es analizado por los que nos critican. La mayoría de las motos en nuestro país están vinculadas al trabajo. Durante la pandemia los domicilios se incrementaron y esa tendencia aún sigue vigente, es así como muchas personas que se quedaron sin su sustento, vieron en la moto un mecanismo para generar recursos económicos.
La presencia de las aplicaciones de entregas fueron el salvamento para muchas familias en toda Colombia. Es cierto que el nivel de competencia de muchos motociclistas es muy malo, y al decir competencia nos referimos a la pericia para conducir moto, pero no es culpa del vehículo o del sector, es culpa de quienes entregan o venden licencias de conducción a diestra y siniestra.
Todos quieren comida caliente en casa, medicamentos o que el mercado llegue a sus puertas, pero nadie admite que ello es gracias a muchas de esas motos que hoy vemos en las calles. Es simple ante la demanda aumenta la oferta.
Las ensambladoras tienen claro cuál es su negocio, pero pocas veces son ellos los que defienden a sus clientes. Si eres motociclista y estás leyendo esta nota no tendremos que explicarte que los costos suben año tras año y en algunos casos, por citar un ejemplo, el SOAT llega a costar casi la mitad o la tercera parte del valor de una moto. Lo que es realmente descabellado si hablamos de un elemento de trabajo para una familia que obtiene su sustento de este vehículo.
La doble moral de algunos medios parece convivir con este tema, algunas veces somos de la casa y otras somos los parias.