Muchos kilómetros han pasado desde que arrancamos el viaje el 19 de enero, aquí se aprecia Luna con la ciudad uruguaya de Punta del Este al fondo.
Ya es tiempo de hablar un poco de Irbis y Luna, nuestras fieles compañeras de viaje. Los caballitos de acero que nos han permitido recorrer gran parte del hermoso continente en que vivimos, conociendo lugares y personas maravillosas.
Pedimos disculpas si esta vez nos extendemos un poco más de lo normal, pero el tema lo amerita. Muchos de ustedes nos han pedido que les contemos sobre nuestras compañeras de dos ruedas. Si les interesa conocer un poco de lo que ha sido nuestra experiencia con ellas los invitamos a leerlo.
Ya nuestras cadenas y piñones pasaron hace rato los 24 mil kilómetros y todavia estan en buenas condiciones. Claro que la lubricación es constante, al menos cada 500km o menos si hay lluvia.
Al momento de escribir estas líneas nos encontramos en Brasil, en una ciudad pequeña y muy tranquila llamada San Miguel do Oeste, donde un club de “motoqueiros” llamados los “Caõs do Asfalto”, que traduce Perros del Asfalto, nos ha acogido como si fuéramos de la familia. Ya nos falta poco para alcanzar los 20.000km de viaje, aunque las motos ya pasaron de esa cifra hace rato, pues no sobra recordar que la “negrita” y la “blanquita” fueron las dos primeras Himalayan 400 que llegaron a Colombia para pruebas de ruta y cuando las compramos ya tenían varios miles de kilómetros en manos del Departamento de Desarrollo y Pruebas de AKT Motos, firma que respalda toda la operación de Royal Enfield en nuestro país y que tuvo el gesto de ofrecernos estas dos motos, para que pudiéramos comenzar el viaje mucho antes de que llegaran las motos nuevas y así alcanzar a disfrutar parte del verano al sur del continente.
Contarles todo esto es importante porque eso aclara que Irbis y Luna pertenecen a la primera versión de la Himalayan 400, la cual ya ha recibido algunas mejoras en diferentes aspectos, detalles menores que la marca ha ido perfeccionando en las versiones posteriores que llegaron para los clientes.
En San Miguel do Oeste Brasil vimos nuestras motos más limpias que nunca luego de que nos obsequiaran una lavada en el lavadero de Moulin, miembro de los Canes del Asfalto, Club que nos acogió como si fuéramos de la familia.
Tomar la decisión de viajar con una moto 100% nueva y desconocida en todos los países por donde rodaríamos implicó un riesgo importante y fuimos conscientes de ello desde el principio, pero fue un riesgo medido, ya que no solo habíamos tenido la oportunidad de probar la Himalayan por 9 días en las montañas que le dieron su nombre, sino que además sabíamos de la confiabilidad y robustez de los productos de esta marca, que produce sus motos bajo una filosofía muy diferente a todo lo que el mercado ofrece, con mecánicas muy simples y sólidas, diseños básicos de estilo retro, con la mínima electrónica, con bajo consumo de combustible, bajo mantenimiento y en el caso de la Himalayan, con la capacidad de desenvolverse muy bien por todo tipo de terrenos, contando con una estructura (chasis, suspensiones y frenos) muy bien reforzada para llevar todo el peso extra que un viaje como el nuestro requiere.
Luego de 4 meses y algunos días en la ruta, saber que nuestras motos siempre prenden a la primera es algo que nos da una tranquilidad que no tiene precio, cada día del viaje hemos podido contar con esa sensación, inclusive cuando los problemas se han presentado, problemas que se resumen en la falla del “estator”, que es la pieza encargada de generar la energía de la moto, y que en Santiago de Chile pudimos reparar para seguir el viaje (La historia completa pueden verla en el álbum llamado Lo inesperado). Pero aun con esta falla la moto nos llevó hasta la capital chilena desde un pequeño pueblo en Argentina ubicado a unos 800km, lo cual implico cruzar Los Andes. Hasta Santiago llegamos rodando y con la ayuda de Royal Enfield Chile en dos días la moto estaba otra vez lista para continuar. Esto confirmaba varias cosas. La primera, que en un viaje largo siempre existe la posibilidad de que algo falle, independientemente del vehículo que estemos usando, todos fallan, grandes, pequeños, económicos y costosos, de marcas desconocidas y de las más reconocidas. Pero lo segundo que confirmamos, es que elegir una moto básica y de poca complejidad había sido un acierto, pues trabajar en ella fue muy fácil, en cuestión de minutos se abrió, se retiró la pieza dañada, que fue fácil de reparar y un día después se armó con la misma facilidad, no hubo necesidad de computadores, ni de herramienta especializada y muy rápido ya estábamos de nuevo listos para seguir el viaje.
En Brasil se llegó la hora del tercer baño en lo que va del viaje, cortesía de Moulin y los Canes del Asfalto
En todo este tiempo no hemos tenido ni un solo pinchazo, nada se ha soltado en el camino, para lo cual tuvimos la precaución de asegurar muchos de los tornillos con un producto llamado traba roscas, evitando de esta manera que se suelten, esto es algo que aplica a todas las motos y que hace parte de un alistamiento básico de viaje, labor que nosotros realizamos en el Taller MotoBox de Medellín, donde tienen mucha experiencia en la materia. Allí revisamos muy bien las motos antes de salir, colocamos grasas Motorex de muy buena calidad y en abundante cantidad en los sistemas que las requieren, tales como rodamientos de dirección, de las ruedas y de la suspensión trasera; también lubricamos guayas, revisamos aceites, cambiamos líquidos de frenos y de las suspensiones delanteras, de manera que al salir las motos estaban en óptimas condiciones. Otra precaución que tuvimos fue la de montar llantas Metzeler Sahara, cuyo agarre en todo tipo de superficies es muy bueno (superior en piso mojado al de las ruedas originales) y las acompañamos de neumáticos tipo “Heavy Duty” o de pared gruesa, para mermar el riesgo de pinchazos, de los cuales no hemos tenido ni uno.
Nuestro ritmo de viaje normalmente se mueve en torno a los 90km/h y en estas velocidades los motores van muy relajados, funcionando a unas 4.300rpm que es donde el monocilíndrico de 411cc genera su torque máximo. Esto es clave en un viaje largo donde lo que se busca es cuidar la mecánica y al mismo tiempo hacer rendir el combustible al máximo (100 a 110km/g promedio), agregando que esta velocidad nos permite ir muy tranquilos, disfrutando del camino y del paisaje con bastante seguridad. Además, la Himalayan nos ha llevado con mucha comodidad, gracias a que no hay vibraciones y ofrecen una posición de manejo muy relajada, que nosotros modificamos un poco colocando unas extensiones de manubrio fabricadas por Mastech, que nos ayudan a ir más erguidos y mejoran la postura al conducir de pie. También variamos un poco el diseño del asiento, haciéndolo más ancho y plano, tarea que fue realizada por Moto Style en Medellín y que en este momento podemos decir que fue un gran acierto. La Himalayan es muy cómoda como viene de serie, pero con este par de cambios logramos mejorarla aún más, pensando en un viaje como el nuestro, que implica conducir muchísimas horas.
El tercer cambio de aceite se hizo en Brasil, en el taller Motobens, donde Luna e Irbis fueron muy consentidas, también por cortesía de los Canes del Asfalto y de Motobens.
Hasta este punto hemos cambiado aceite en tres oportunidades, se reemplazaron los filtros de aire y las bujías en Buenos Aires cuando tenían 21.500km, donde también se calibraron las válvulas, se reemplazaron las bujías y colocamos nuevamente el estator original en la moto de Eli, aprovechando que AKT y Royal Enfield nos enviaron la pieza con alguien que viajaba desde Colombia y nos hizo el favor de llevarlas en su equipaje. Para esta persona va un inmenso agradecimiento por su ayuda. También en la capital argentina reemplazamos las “cubiertas” que es como le conocen allí a las llantas. Las nuestras habían rodado 16.500km hasta ese momento y todavía tenían “carne” para rodar más, en especial las delanteras, pero quisimos poner caucho freso, calzando nuevamente las Metzeler Sahara Enduro III, que tan buenas sensaciones nos habían dado en todo el camino, para enfrentar el resto del viaje sin problemas y con el mejor agarre.
En cuanto a los frenos, solo hemos reemplazado las pastillas traseras de Irbis, cuando tenían 17.000km, las demás van muy bien y posiblemente regresaremos a Colombia sin tener que reemplazarlas. Como algunos ya sabrán, al salir decidimos colocar pastillas Brake Force sinterizadas para tener un mejor desempeño y duración de los frenos y esa fue otra buena elección que hicimos y que podemos recomendar.
Aquí se puede ver el kilometraje actual de Luna. Por cierto la luz de la pantalla digital dejó de funcionar hace tiempo.
Este es el kilometraje de Irbis. Que supera a Luna por poco mas de mil Km. En total ambas motos ya suman más de 50 mil Km.
Uno de los componentes críticos de la moto es todo el conjunto de cadena y piñones, o “kit de arrastre” como también se le conoce. Este sistema ha sido sometido a un trabajo muy exigente, donde ha soportado humedad, arena, sal, pantano, además el desgaste normal del uso en una moto que puede estar pesando con piloto y equipaje más de 300 kilos. Para cuidar de ellos hemos usado el lubricante Cadenoil de Eduardoño, un producto que conocemos de años de rodar y que aplicamos “religiosamente” cada 500km o mucho antes bajo condiciones de lluvia. Gracias a esto y a que hemos mantenido el ajuste correcto, los kit de arrastre originales se encuentran en buenas condiciones con casi 25 mil km en Luna y 26 mil en Irbis, y creemos que todavía van a resistir varios miles de kilómetros.
Hasta Brasil las motos venían funcionando muy bien, pero tan pronto colocamos combustible en este país sentimos que empezaron a fallar un poco en bajas revoluciones y especialmente mientras los motores tomaban temperatura. Luego nos dimos cuenta que las gasolinas brasileras pueden tener hasta un 30% de alcohol y eso afecta la combustión en motores que no están pensados para esta clase de mezclas, pero una vez los motores toman temperatura las fallas desaparecen casi por completo y las motos recobran su buen desempeño y la suavidad que las caracteriza.
Quedamos inmensamente agradecidos con Motobens y con los amigos del Club Canes del Asfalto por todos los cuuidados que le brindaron a nuestras motos.
Como toda moto, la Himalayan tiene fortalezas y deficiencias. Con cerca de 50.000km, sumados en ambas motos, ya podemos decir que su lado fuerte está en la confiabilidad, en la simplicidad, en la economía y bajo mantenimiento; en la comodidad que ofrecen, sumada a una facilidad de manejo destacable, en su gran capacidad todo terreno y buenas virtudes viajeras para ir sin afanes. Su lado débil podría estar para muchos en una potencia algo limitada para su cilindrada si la comparamos con lo que ofrecen propulsores de otras marcas en la misma cilindrada, pero esto es parte de la filosofía de Royal Enfield, que diseña con una orientación diferente, pensando en los que buscan una moto para rodar con tranquilidad, disfrutando del camino y del paisaje sin que la aceleración y la velocidad final sean la prioridad, aunque la Himalayan tampoco es que sea lenta con sus 130km/h y nunca hemos extrañado potencia a la hora de adelantar o cuando ha sido necesaria. También para algunos su estilo retro puede ser un punto en contra, pero eso ya es cosa de gustos y en esa discusión no es necesario entrar, para nosotros ya hay un lazo especial con nuestras motos, decir que las queremos mucho es quedarnos cortos, más bien hay que reconocer que en este punto ya estamos enamorados de ellas por todos los momentos felices que nos han regalado, pidiendo muy poco a cambio, y cualquier detalle pequeño que pudiera criticárseles, como sus cajas que a veces se ponen caprichosas a la hora de buscar la neutra, para nosotros ya pasa desapercibido y solo nos enfocamos en todo lo bueno que ellas nos ofrecen.
Irbis, la consentida de Eli en medio de una excursión por el campo y ligera de equipaje.
Esta foto muestra el estado actual de los sprocket, que sin duda van a terminar el viaje en buenas condiciones.
La lubricación constante con Cadenoil de Eduardoño ha sido clave para que las cadenas hayan llegado a este punto en muy buenas condiciones.
Los frenos van bastante bien con las pastillas sinterizadas de Brake Force.
Después de tantos momentos vividos con ellas es imposible no generar un vínculo especial con las motos, aquí vemos a Luna durante una excursión lejos del asfalto y con poco peso cerca de Punta del Este, Uruguay.
Compartiendo con los «Canes del Asfalto», nuevos amigos que nos acogieron como si fuéramos de la familia en San Miguel do Oeste, Brasil. Un inmenso agradecimiento hacia ellos por todo lo que hicieron por nosotros y por nuestras motos.
1 Comentarios
Saludote cordial a los viajeros y que bueno saber que el todo poderoso sigue de parillero con ustedes, les deseo un resto de viaje con muchas mas experiencias para contarnos y sin contratiempos y que con Irbis y Luna par de novios que para nada despiertan celos siga ese romance tan especial !!!!!! .