Alguien me preguntaba hace poco qué tenían las motos para gustarme tanto, por encima del riesgo y por encima de los fuertes accidentes vividos en ellas. En ese momento se me dibujó una sonrisa en la cara, pues justo acababa de rodar mil kilómetros en la S1000XR, de manera que tenía todos los argumentos para contestarle su duda.
Simplemente le dije, es algo que hay que vivirlo, si no lo siente, nunca me va a entender. Pero ustedes que están leyendo esto, con seguridad saben de dónde nace esta pasión que nos mueve a soñar con esa carretera maravillosa, con esas curvas perfectas, con ese motor que acelere como un misil, con esos frenos contundentes y con unas llantas que se aferren al asfalto como si fueran las garras de un tigre sujetando su presa. La moto es ante todo sensaciones, nos atrae su diseño, pero lo mejor no es como lucen sino como se sienten cuando nos subimos en ellas y comenzamos a explorar todo su potencial. Y hay motos de motos, algunas tranquilas y relajadas, otras eficientes y económicas; pero nada como las rápidas y poderosas, creadas para ser veloces, para trazar las curvas de la manera más eficaz posible, para frenar en el menor espacio y para volver a acelerar en una exhalación.
La S1000XR es en esencia eso, una moto rápida y poderosa, casi una máquina de carreras que ofrece la postura de una turismo. Efectivamente bajo su piel se esconde casi una S1000RR, la fiera más poderosa de BMW, pero con la comodidad que permite salir a rodar días enteros sin sentir apenas cansancio, una combinación muy tentadora que se viene imponiendo cada vez con más fuerza.
Aunque las motos actuales de este estilo están lejos en todo sentido, no podemos olvidar que la precursora de esta clase de monturas fue la Yamaha TDM 850, que vio la luz hace 25 años. Fue la primera vez que una marca se atrevió a fusionar una deportiva con una trail de turismo y la fórmula les dio resultado, pero el bicilíndrico de la TDM, aunque era muy bueno en su momento, nada tiene que ver con el explosivo motor de 4 cilindros y 160 caballos que convierte a la S1000XR en un misil cuando se trata de acelerar, tampoco se pueden comparar los frenos actuales con los de aquella época y ni qué decir del chasis y las suspensiones. La XR reúne los últimos avances en el desarrollo de motos deportivas, con una electrónica de avanzada y con un diseño impactante, que junto a su sonido hacen que sea imposible ignorarla.
El tablero es muy similar al de sus hermanas de la serie S, fácil de leer y con toda la información necesaria.
La silla es muy cómoda para ambos ocupantes, además BMW ofrece asientos de diferentes alturas para el piloto. El diseño del escape no es el más llamativo, pero el sonido que produce compensa.
La primera impresión al subirse en ella es que tiene un manubrio anchísimo, mucho más de lo que uno esperaría y al principio me costó acostumbrarme a él, me sentía como manejando un carro deportivo con el timón de un camión, pero no se puede discutir que la postura es muy relajada y el confort es un factor que prima en esta moto, de ahí que el asiento se muestre muy cómodo, aunque no brinda mucho margen para moverse, las piernas van poco flexionadas, algo que se agradece en largas jornadas, la espalda bastante recta y a todo eso se suma un puesto para el acompañante muy espacioso y posiblemente más agradable que el del piloto, dotado de unas asas muy necesarias en conducción deportiva.
Esta moto reúne lo mejor de dos mundos, tiene ese carácter deportivo que genera altas dosis de adrenalina y es una turismo de verdad para asfalto, que a pesar de que cuenta con altura para no ir arrastrando sus partes bajas en destapado (ese no es su terreno), pero cuando le toca se defiende bien y esa es otra ventaja, una más que se suma a su capacidad para viajar con acompañante y equipaje para varios días, gracias a que puede dotarse de maletas laterales, top case y maleta de tanque, con lo que se transforma en una gran compañera de ruta.
Con las maletas la XR se transforma en una deliciosa y rápida moto de turismo.
La electrónica ofrece infinidad de posibilidades como mandan las últimas tendencias. Dispone de modos de motor, ajustes para el ABS, las suspensiones, el control de tracción y además cuenta con un control de crucero muy efectivo, y lo mejor es que resulta muy amigable a la hora de configurarla. Obviamente se puede ajustar el motor según el tipo de manejo o de acuerdo a las condiciones del suelo, y a su vez las suspensiones, el control de tracción y los frenos van a modificar sus reacciones, adaptándose en tiempo real a lo que vaya sucediendo y todo esto se puede hacer sobre la marcha. Incluso, hay un modo diseñado para conducción en pista y con llantas de carreras, que permite a pilotos de alto nivel sacarle el máximo jugo a la moto, con la posibilidad de desactivar el ABS en la rueda trasera, de salir derrapando de las curvas o con la rueda en el aire si así lo desean, nada difícil con el impresionante torque del 4 cilindros.
Nosotros nos fuimos en ella a buscar carreteras de todo tipo y a tratar de hacer el máximo número de kilómetros en un solo día, con la idea de conocer todas sus facetas, tarea que fue fácil gracias a un clima inmejorable. El primer tramo lo rodamos a ritmo turístico y nos reportó un consumo de 74 km por galón, una buena cifra considerando el calibre del tetracilíndrico y así obtuvimos una autonomía cercana a los 270km al pedir reserva, de manera que todavía hay más de un galón en el tanque que permite llegar sin problemas a una estación de combustible.
Pasaron las primeras horas del día y llegamos a las rectas del Magdalena Medio, donde vimos con facilidad cifras por encima de 200km/h, de hecho la moto es capaz de rodar por arriba de 250, pero en este caso se encontraba limitada por estar en fase de despegue, de todas maneras su poder a la hora de acelerar quedó más que demostrado. Su motor tiene un torque impresionante, que le permite empujar con ganas desde casi 2.000rpm y estirar hasta más allá de 11.000rpm, lo que le da un rango útil inmenso. De hecho, es tanto el empuje a bajas revoluciones que uno termina llevándola la mayor parte del tiempo en sexta como si fuera una moto automática.
Hasta este punto todo iba de maravilla, pero cuando llegaron las montañas y con ellas las primeras curvas (curvas de verdad) todo en ella cobró sentido, fue como liberar un tiburón en el océano, de inmediato sentimos que la XR acababa de entrar en su territorio favorito. Hasta este punto nos preguntábamos porqué le habrían puesto una caja tan corta sabiendo que el motor era tan potente y capaz de mover un desarrollo más largo en las seis marchas, pero en este tramo de montaña, donde nos dimos gusto subiendo y bajando cambios como poseídos por algún demonio en nuestra pierna izquierda disfrutando de la precisión de su caja y en especial del sistema que permite usarla sin clutch en ambos sentidos, comprendimos la razón de esto, la XR es una moto muy buena para muchos usos, pero sin duda fue diseñada y puesta a punto para ser una devoradora insaciable de curvas, en especial en tramos muy revirados, con giros cerrados y secuencias de curvas enlazadas, las cuales se devora como un león en un corral de ovejas, gracias también a su generoso manubrio. La XR se sentía tan perfecta que parecía como si hubieran venido a ponerla a punto en nuestras montañas, y por supuesto que nos dimos gusto con ella, llegando al final de cada recta con los frenos a fondo, bajando un par de cambios sin clutch, apuntando la rueda delantera al vértice de la curva, logrando sentir como las ruedas se iban hasta el límite, para de inmediato comenzar a enfocar la siguiente curva mientras le abríamos el acelerador y sentíamos el empuje en el cuerpo al tiempo que subíamos marchas en ráfaga con el escape haciendo explosiones entre cambio y cambio y la rueda trasera derrapando como si se tratara de una moto de carreras, al mismo tiempo que la admisión nos regalaba un sonido de esos que ponen a hervir la adrenalina.
Fueron centenares de curvas y de kilómetros plagados de ellas sacándole el jugo a la XR, donde estábamos como detenidos en el tiempo y en el espacio, abstraídos del mundo, concentrados en seguir esa línea sinuosa de asfalto, sintiendo que teníamos la moto bajo control en todo momento, cuerpo y moto fusionados en uno solo, enfocados en acelerar, frenar, trazar la curva, salir aplicando la potencia y repetir todo de nuevo tantas veces como fuera posible, lejos de cualquier preocupación y de cualquier problema.
Ahora yo me pregunto ¿Cómo puede uno explicarle eso a alguien que nunca se ha subido a una moto y que únicamente la ve como algo peligroso? Imposible, por eso no vale la pena desgastarse, es mejor compartirlo con los que sí entienden y saben lo que es disfrutar de una moto sin importar la cilindrada. Y para quienes tengan la suerte de que esa moto sea una S1000XR, seguramente cada que alguien los cuestione al respecto, una sonrisa se va a dibujar en su rostro. DM