La lluvia que por esos días nos perseguía obligaba a lubricar constantemente nuestras cadenas debido a la gran cantidad de pantano que había en muchas partes del camino.
Bendición (23-07-2017)
A todos nos pasa en algún momento que sentimos el deseo de hacer algo y no sabemos por qué, pero sin embargo estamos convencidos de ello y decididos a hacerlo. Pues a mí desde mucho antes de comenzar a soñar con este viaje algo me decía que tenía que ir a Paraguay en moto, no sabía la razón exacta pero quería hacerlo y así se lo comenté a Eli, quien siempre me apoyó.
Al despedirnos de las cataratas se llegó la hora de conocer una parte de este país del que muy poco se habla y muy poco se sabe. Curiosamente es el único país bilingüe de todo el continente donde se habla español y guaraní, que es su lengua oficial. Yo no conocía mucho, nunca me había tomado el tiempo para aprender de esta nación, eso me causaba una gran intriga y así quise que fuera, quería llegar sin prejuicios, con la mente abierta y limpia para recibir lo que viniera. Tan solo tenía referencias de otros viajeros que con sus opiniones no ayudaban mucho, pues eran completamente opuestas, de amores y odios. Entonces decidí ignorarlas y dejar que el mismo Paraguay me imprimiera su huella a mi paso por allí.
Raúl Velilla, director del programa de TV llamado ClaseA nos entrevistó y luego nos invitó a conocer el centro histórico de Asunción. Fue nuestro guía de lujo. Al fondo la Catedral Metropolitana de Asunción.
La frontera fue fácil, aunque la ciudad por donde cruzamos es un terreno poco amigable para un moto-viajero, Ciudad del Este es un inmenso mercado libre de impuestos, de los más grandes del mundo, donde se consigue de todo a precios muy atractivos y esto genera un clima tenso, allí se mueve mercancía en gran cantidad, junto incontables compradores que llegan ávidos de gastar bastante efectivo, principalmente en artículos de tecnología. Para nosotros esto no representaba mayor interés y tan pronto tuvimos sellados los pasaportes y el permiso de ingreso para nuestras motos decidimos pasar de largo por el medio de sus edificios llenos de tiendas y de inmensas vallas publicitarias que ofrecían todo tipo de cosas y rodar hacia la capital.
Los ánimos estaban algo bajos por cuenta de un clima que no ayudaba mucho, cielos de un gris infinito y lluvias intermitentes nos acompañaron en todo el camino a Asunción, que hicimos en dos etapas cortas con un frío que pegaba bastante fuerte y en una carretera bastante recta y monótona, con un paisaje verde, que sin el brillo del sol perdía mucho de su colorido.
En la tienda de Royal Enfield Paraguay Eli encontró muy fácil hacerse amiga del jefe de relaciones públicas.
Gracias a la gestión de un amigo viajero que había pasado meses atrás por allí, y que nos puso en contacto con motociclistas locales, llegaríamos directo a “la cueva”. La casa club de la Asociación Cristiana de Motociclistas de Paraguay, esa sería nuestra base en Asunción y por el nombre tan particular nos causaba bastante intriga.
Asunción nos recibió en plena hora pico, nada fácil para moverse con las motos, pero logramos llegar a la cueva bastante fácil, la ciudad nos gustó a primera impresión. Mucho verde, árboles grandes por todas partes, pocos edificios, un tráfico denso pero no agresivo y gente amable que siempre estuvo presta a ayudarnos cuando lo necesitamos.
Disfrutamos bastante la entrevista con Raúl para su programa ClaseA. Sirvió para recordar muchos momentos buenos del viaje.
La cueva era una casona esquinera bastante grande, con mucho espacio para que Irbis y Luna durmieran bajo techo y bien cómodas, no habían lujos, pero si lo esencial para una estadía bastante confortable y teníamos a Rolande, la esposa de Oskar, el presidente del Club, quien estuvo pendiente de nosotros los días que allí estuvimos.
Eli contando sus puntos de vista sobre un viaje largo como el nuestro.
En Asunción nos llevamos la sorpresa de encontrar la tienda de Royal Enfield más bonita de todo el viaje, donde nos recibieron con gran calidez y nos hicieron sentir como de la casa. Allí gravamos una entrevista que disfrutamos bastante, con Raúl Velilla, director del programa de televisión y de la revista Clase A, espacios dedicados al mundo motor. Quien luego tuvo el detalle de llevarnos a conocer el centro histórico de la ciudad y darnos un tour muy entretenido, donde aprendimos un poco del pasado y del presente de esta ciudad, que ese día y en el mejor momento, nos dejó ver sus colores brillar bajo la luz del sol.
Poco después nos despedimos de Paraguay con esa sensación tan agradable que queda en el alma cuando se cumple una meta, nos fuimos sintiendo un agradecimiento inmenso hacía nuestros anfitriones de la Asociación Cristiana de Motociclistas, quienes, además de hospedarnos, tuvieron el gesto de bendecir nuestro viaje y nuestras motos en una pequeña ceremonia que tocó nuestros corazones de una manera especial. Un momento hermoso que nunca se borrará de nuestra mente. También nos fuimos sintiendo el deseo de volver algún día para seguir conociendo este país de gente buena, del que apenas descubrimos una pequeña parte y que sí algo nos dejó claro es que se merece mucho más tiempo.
En la cueva con algunos de los amigos de la Asociación Cristiana de Motociclistas de Paraguay, el día que Irbis y Luna fueron bendecidas. Hermoso recuerdo e inmenso agradecimiento por su hospitalidad.
Para ver el resto de imágenes y más historias de Pasaporte al Sur en Himalayan, los invitamos a visitar su Facebook Por ahora les compartimos los videos del programa Clase A.