Editorial Ed. 137
Al igual como les sucede a muchos motociclistas a lo largo y ancho del país, desde noviembre de 2012 los habitantes de Medellín que nos movilizamos en moto, habíamos perdido el derecho a poder usar libremente nuestros vehículos para lo que fueron hechos y para lo que nos autoriza la licencia de tránsito de los mismos.
Bajo el argumento de mejorar la seguridad, nos habían quitado la posibilidad de llevar un pasajero hombre, afectando de esta manera a millones de personas que utilizan este medio de transporte para movilizarse en compañía de hermanos, padres, hijos, amigos o de cualquiera que quisiéramos llevar en nuestras motos.
Es innegable que la moto, de la misma forma en que le sirve a una inmensa mayoría de personas honestas, también es usada por los delincuentes, pero no es la única herramienta que ellos usan, también se sirven de automóviles particulares, de taxis, delinquen a pie, en bicicleta, dentro de los buses, desde las mismas cárceles, lo hacen con uniforme e incluso en muchos casos desde importantes despachos.
Con la noticia de que la restricción en la capital antioqueña se venía abajo, las autoridades anunciaron planes de choque, hablando de mayores controles policiales y otras “medidas” que pronto darán a conocer. Al decir esto reconocen que la estrategia no es coartar las libertades de los ciudadanos, sino trabajar con las herramientas que disponen para garantizar la seguridad de la ciudadanía y para devolvernos la tranquilidad que hace mucho perdimos. Prohibir es admitir que les quedó grande la tarea de brindar seguridad a una ciudad que cuenta con una fuerza policial y militar inmensa, con una infraestructura de cámaras costosísima y que supuestamente es muy innovadora.
Desde este espacio invitamos a los gobernantes y autoridades a usar esa capacidad innovadora tan premiada y publicitada para aprovechar las herramientas que tienen en pro de la seguridad. Innovar es marcar pautas, es reinventarse y saber atacar un problema desde nuevas ópticas, que puedan ser ejemplo para otras ciudades, que aprovechen todas las fortalezas ahora que las tramoyas legales ya no les sirvieron para mantener una restricción absurda, que más parecía una estrategia disimulada para subirle pasajeros al transporte público.
Porque los buenos somos más sea bienvenido el parrillero a Medellín, un triunfo importante en la lucha por nuestros derechos.
Poco a poco van cayendo las restricciones que violan nuestros derechos y que al mismo tiempo nos estigmatizan como delincuentes. Un triunfo de la justicia que hoy celebramos.