Llevamos 18 años diciendo de todas las formas posibles que el problema de la accidentalidad nace de la incompetencia del Estado para otorgar las licencias de tránsito, de su ineptitud para diseñar vías seguras y de su incapacidad para hacer cumplir las normas.
Día a día vemos con gran dolor como se pierden vidas en nuestras vías, vidas en su mayoría de personas jóvenes como lo muestran las estadísticas, personas que mueren por factores en su mayoría evitables, cosas tan simples como no saber frenar. ¿Qué puede haber más importante en una moto que saber detenerla con seguridad? Es increíble, pero es la triste realidad, en Colombia la mayoría de los que conducen una moto nunca pasaron por un curso de manejo que les enseñara los aspectos básicos de la conducción, nunca nadie les enseñó cómo se deben usar los frenos de su moto, tampoco nadie les dijo que NUNCA se debe adelantar a otro vehículo por la derecha y MUCHO MENOS por la berma, porque esto es demasiado peligroso; nadie les habló nunca de evitar los puntos ciegos, de anticipar, de hacerse ver, de aprender a “leer” las señales del camino, de no sorprender a nadie con maniobras abruptas, de la importancia de llevar las luces encendidas todo el tiempo, o lo vitales que son las direccionales y los espejos, sin hablar del simple hecho de mantener la moto en óptimas condiciones.
Colombia nunca estuvo preparada para el crecimiento tan acelerado de las motos, siempre lo vimos venir, lo advertimos muchas veces, las ensambladoras también lo sabían, todas las condiciones estaban dadas para que la moto se convirtiera en la mejor opción, pero el Estado no se dio por enterado, no se preparó, nunca midió lo que venía, únicamente se dedicó sacar provecho de los ingresos que esto ha generado, recaudando felizmente todos los dineros que llegan por concepto de matriculaciones, aranceles, IVA, impuestos de rodamiento, SOAT y por supuesto por las licencias de conducción, que siguieron viendo simplemente como un buen “negocio” que mueve la caja registradora, nunca como lo que realmente es. Y por dedicarse a “vender” licencias de la manera más irresponsable, se puede decir que el Estado es cómplice de la mayoría de las muertes y lesiones que se dan en las vías. Cada que un motociclista pierde su vida en un accidente que pudo evitarse si le hubieran exigido aprender a conducir antes de otorgarle una licencia, el Estado tiene responsabilidad, esa persona no debía tener una licencia, no debía ir en una moto, pero desde la raíz el sistema está podrido y con campañas publicitarias no lo van a arreglar nunca, ni tampoco a base de restricciones ni de cámaras de fotomultas. El Estado tiene que comenzar a tomarse su tarea en serio, no es solo cobrar y listo, y las ensambladoras deben exigirlo si quieren que su negocio siga prosperando, la moto es una excelente alternativa, pero hay que tomar las riendas de una vez por todas y entender que esto no se resuelve solo. Cada día son más motos en las calles, más licencias entregadas de cualquier manera y más conductores jugando a la ruleta rusa con sus vidas.
Si en algo se puede ver la ineptitud del Estado es en la manera como han sabido ignorar su responsabilidad frente al tema de la accidentalidad, parece que su única misión fuera cobrar y listo.