Desde la edición anterior, con el artículo “Vacaciones en Moto” nos habíamos quedado con las ganas de salir a la carretera y hacer kilómetros por nuestro hermoso país. Afortunadamente estaba ahí nuestra Auteco Legend que también parecía ansiosa por salir y aventurarse por nuevas carreteras. Así que aquí les contamos cómo nos fue Viajando por Colombia.
Sobre la Auteco Legend nos fuimos a recorrer 9 departamentos y casi 3.000km de nuestro hermoso país
Dicho y hecho, en pocos días planeamos un viaje que dividimos en dos etapas y que nos llevo por 9 departamentos en un recorrido de casi 3.000km. El primer tramo del viaje lo hice acompañado por mi novia, saliendo de Medellín el 25 de diciembre y regresando el 31. Luego de esto se hizo el mantenimiento a la Legend y se dejo lista para salir nuevamente el día 6 de enero, esta vez viajando en solitario, pero con la compañía de Caliche y su DR 250, un excelente compañero de aventuras, que hace dos años estuvo con nosotros en San Agustín en un viaje que hizo parte de la SuperPrueba de la XT 225 y que seguramente algunos de ustedes recordaran.
Viajando por Colombia y recibiendo la brisa del Pacífico en Buenaventura.
Primera Etapa
El día señalado, a las 6 AM nuestra Legend enfilaba la rueda delantera hacia el sur en una primera etapa de 450 km que nos llevaría hacia la capital de la rumba y de la caña de azúcar. El equipaje iba dispuesto en un par de alforjas de muy buena capacidad que originalmente fueron pensadas para motos de alta cilindrada, pero que se acomodan perfectamente a nuestra pequeña aventurera. Además, en la gaveta llevábamos algo de herramienta, una guaya de clutch de repuesto, una bujía y otros objetos que siempre es bueno tener a la mano cuando se viaja.
Lista para viajar por Colombia
El tiempo que unos días atrás era lluvioso, ahora se mostraba perfecto para viajar y esto nos permitió disfrutar al máximo de la carretera y del paisaje. La moto trabajó perfectamente, como de costumbre, aunque el peso extra se dejaba sentir y la estabilidad se veía un poco comprometida, por lo cual opté por mantener un ritmo moderado en terreno montañoso, sobre todo en el descenso y un paso constante de 80 km/h en las zonas planas.
Nueve horas nos tomó llegar a Cali, donde nos recibió la Cabalgata, en pleno furor de la Feria y esto nos complico un poco la entrada a la ciudad, pero la Legend gracias a su sistema de refrigeración, no sufre el más mínimo síntoma de recalentamiento y ante el caos del tráfico que apenas se movía, optamos por relajarnos y disfrutar del ambiente festivo que se vivía en todo el norte de la ciudad.
Carretera entre Buenaventura y Loboguerrero
Los dos días siguientes los dedicamos a recorrer la ciudad, mientras la Legend se daba un merecido descanso, pero el llamado de la carretera llegó y nuevamente estábamos listos para salir rumbo a Buenaventura, a cumplir una cita con el Océano Pacifico y a conocer de paso el principal puerto de Colombia, todo esto acompañado de un delicioso pescado que se me pasaba por la mente mientras disfrutaba de las primeras curvas de la vía al 18, apenas saliendo de Cali. Fue en esos momentos cuando sobrevino el desastre, un pequeño rastro de aceite en una curva bastante cerrada me hizo olvidar del pescado y me dejo con la moto fuera de control. En un intento por salvar la situación logre controlarla, pero esto me dejo muy mal colocado y termine saliendo por el otro carril, con tan mala suerte que apenas superada la primera crisis, me vi rodando directamente hacia un carro que avanzaba en sentido contrario. Todo sucedió en instantes y por un acto reflejo pise muy fuerte el freno trasero y la moto cayo hacia el lado derecho, pero viéndolo bien esto fue mejor que golpear contra el carro o salir por la cuneta.
Recuerdos de la caída. La tapa lateral no sufrió nada grave gracias a la barra protectora, el guardabarro delantero salió con una pequeña herida
Mi rodilla fue la más afectada con algunos raspones, pero gracias a los cascos y a las chaquetas equipadas con protecciones (ver recuadro pág. siguiente) nada nos sucedió. La moto también tuvo suerte, pues solo algunos rayones mínimos quedaron como prueba de la arrastrada y la barra protectora cumplió su misión perfectamente, evitando que la tapa lateral golpeara el suelo.
Después de unos minutos para asimilar el susto y de analizar si seguir o regresar, optamos por continuar el viaje a un ritmo muy conservador, en parte por el mismo susto y también por que el rastro de aceite seguía por varios kilómetros, recordándonos que ese equilibrio de fuerzas que mantiene a la moto sobre sus dos ruedas se puede romper muy fácilmente y en el momento en que uno menos lo espera.
Hermoso paisaje en cercanías a Loboguerrero. Estos son unos de los miles de paisajes que se disfrutan, viajando por Colombia
Llegar al mar y sentir su brisa nos devolvió los ánimos, Buenaventura nos recibió con un día nublado y fresco y con la simpatía de su gente que veía con curiosidad nuestra moto. Después de hacer las fotos de rigor en el malecón turístico, nos fuimos a caminar por el bullicioso centro y a buscar ese pescado que nuevamente ocupaba mis pensamientos. En el camino de regreso, con la idea de volver algún día con más tiempo, nos dedicamos a disfrutar del paisaje y de una imponente carretera que asciende por la cordillera occidental siguiendo el río Bitaco que apresurado se dirige hacia el mar bajando por un cañón rocoso, donde el viento sopla con toda su fuerza mientras uno se interna en la roca cruzando cinco túneles, hasta llegar al hermoso valle donde se encuentra Loboguerrero, punto en el cual se puede tomar hacia Buga para llegar al centro del país o hacia Cali, por una carretera en perfecto estado que resulta especialmente deliciosa por sus amplias y bien trazadas curvas.
En Cali estuvimos un día más, que aprovechamos para visitar el Museo del Transporte, un sitio de paso obligatorio para los aficionados a la historia y a las máquinas que han movido al hombre por tierra, mar y aire. Allí se disfruta viendo trenes, carros, aviones, motos y una gran colección de modelos a escala.
El Museo del Transporte en Cali es un sitio de visita obligada para los gomosos
Sabor a Café algo que se espera si estás viajando por Colombia
De Cali partimos al día siguiente rumbo al Quindío, nuestro destino era el Parque Nacional del Café, ubicado en Montenegro, en pleno corazón de la zona cafetera, una región que respira prosperidad y que ha sabido salir adelante, después de sufrir uno de los terremotos más fuertes que han azotado al país.
Por unas carreteras en perfecto estado y muy bien señalizadas, tanto en el Valle como en el Quindío, llegamos a La Tebaida y de allí nos desviamos por una vía alterna que se adentra por plantaciones de café y hermosas casas de chambranas, que adornan todo el trayecto hasta nuestro destino. La experiencia en el Parque del Café fué única, con la ventaja de que pudimos dejar todo el equipaje y demás implementos, muy bien guardados en unos casilleros dispuestos para tal fin. El parque cuenta con un museo donde se puede aprender bastante sobre el Café, su historia, producción y todo lo que lo rodea. Pero además hay senderos que discurren entre cafetales, ríos y frondosos árboles de sombrío. Además hay un bosque de bambú con diversos puentes y una réplica de un pueblo tradicional de la región, con estación de tren, locomotora a vapor y con diversas atracciones mecánicas que incluyen un teleférico que permite contemplar todo el parque y a lo lejos la ciudad de Armenia.
Bosque de guadua en el Parque del Café
Con el sabor de un delicioso café colombiano todavía en el paladar, seguimos nuestro camino hacia Santa Rosa de Cabal en Risaralda, cruzando antes por Circasia y por Pereira, donde disfrutamos del paso por el imponente viaducto que une esta ciudad con Dosquebradas, y al caer la tarde estábamos descansando el cuerpo, relajados, disfrutando de las aguas termales que bajan del Nevado del Ruiz y a las cuales se les atribuyen propiedades curativas.
Al otro día salimos rumbo a Medellín, era 31 de diciembre y la idea era despedir el año en familia y con la satisfacción de haberlo terminado haciendo lo que más nos gusta, con mucho paisaje, el viento golpeando de frente y sobre una moto.
Un banquete de curvas y paisaje, eso es el Cañón del Chicamocha en Santander
Segunda Etapa
El día 6 de enero estábamos listos para emprender la segunda etapa de nuestro viaje, esta vez salimos hacia el nordeste siguiendo el río Medellín. Caliche montaba su DR 250 modelo 82 que tiene desde nueva y yo a lomos de la Legend ponía el paso rumbo a Girón, en las afueras de Bucaramanga. Saliendo de Medellín se disfruta de una carretera en perfecto estado, pero a medida que avanzan los kilómetros se va haciendo más estrecha y deteriorada, hasta convertirse en un verdadero calvario de huecos entre Santiago y Cisneros, muy cerca del otrora famoso túnel de La Quiebra, obra maestra de la ingeniería que a comienzos del siglo pasado permitió el paso del tren desde Puerto Berrío en el Magdalena, hacía el Valle de Aburra, conectando a Antioquia con el centro del país y con el Océano Atlántico.
Una pequeña parada para descansar el cuerpo y de paso contemplar a Barichara
De Cisneros en adelante la vía recupero sus dimensiones y el buen pavimento. En Puerto Berrío cruzamos el imponente río Magdalena y continuamos nuestro camino, pero por una distracción me olvide de la gasolina y cinco kilómetros antes de llegar a la Lizama, se agotó la reserva, que había puesto 25 km atrás y no nos quedo más remedio que usar la DR para empujar la Legend hasta la primera gasolinera que encontramos. Solucionado el percance seguimos nuestro camino y llegamos a Girón en la tarde, luego de haber parado en Lebrija a disfrutar de un delicioso plato de cabro con pepitoria.
Barichara conquista con sus tranquilas calles, en las que el tiempo no parece correr
Temprano al día siguiente nos despedimos de Girón, de sus calles empedradas y de sus casas coloniales y nos concentramos en llegar al Cañón del Chicamocha, un impresionante paisaje desértico de acantilados y cortes labrados por las aguas de los ríos Fonce, Suárez y Chicamocha, que disfrutamos al máximo parando en varias oportunidades para contemplar el imponente paisaje, que quedo grabado en la lente de nuestra cámara.
Torre del reloj en Guane
Siguiendo la ruta pasamos por San Gil, un centro de comercio con mucha actividad, y de allí nos desviamos rumbo a Barichara, un pueblo pequeño de calles de piedra en el que el tiempo parece haberse detenido, allí estuvimos dos días, que dedicamos a disfrutar de los hermosos paisajes que forma el río Suárez y deleitamos nuestro paladar con los platos de carne oreada, que se pone a curar al sol y que tiene un sabor exquisito, también probamos las hormigas culonas y recibimos todo un seminario sobre este insecto y su preparación.
Disfrutando de un hermoso atardecer en el Cañón del río Suárez, cerca a Barichara
En estas tierras mágicas conocimos el arte de la talla en piedra y descubrimos a Guane, un pequeño pueblo de 4 calles que parece surgir de la imaginación y que encanta al turista con sus blancas fachadas, con su iglesia de piedra y con los fósiles que abundan en la región y que narran un pasado en el cual estas tierras estuvieron cubiertas por el mar. Además estuvimos contemplando las minas de yeso cerca de Villanueva en un punto al cual se llega adentrándose 5km por un camino destapado en muy malas condiciones, que no es el más adecuado para la Legend, pero la magnífica vista paga con creces el esfuerzo y el castigo a los riñones.
Cerca a Villanueva, Santander, encontramos otra hermosa vista del cañón del Chicamocha y al fondo la «Mesa de los Santos»
De Barichara nos despedimos con la promesa de volver y continuamos hacia el departamento de Boyacá, donde nos esperaba Villa de Leyva, verdadera joya colonial fundada en 1572 y actualmente declarada monumento nacional. Luego seguimos rumbo a Raquira, un pueblo pintoresco dedicado a la artesanía en barro y de allí hacia Chiquinquirá, donde estuvimos visitando la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, lugar al que acuden miles de peregrinos de todo el país y del exterior a venerar a la Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia. Al anochecer llegamos a Ubaté y luego de una caminada por su parque nos dedicamos a recargar baterías, pues al día siguiente nos esperaba una etapa muy dura.
Boyacá tampoco se queda atrás en paisajes, para la muestra ésta pared de roca que envuelve la vía en uno de los tramos
Temprano el día 10 de enero salimos hacia Zipaquirá, con un viento que helaba los huesos y con una notoria perdida de potencia en la Legend, causada por la altura. Avanzamos por la sabana buscando la vía que conduce a La Vega, cruzamos Villeta, Guaduas y nuevamente estábamos pasando el Magdalena, esta vez en Honda. Ya en el Tolima, seguimos hacia Mariquita, donde paramos a disfrutar de un refrescante salpicón, que nos devolvió las energías. Seguimos la ruta rumbo al Alto de Letras, un ascenso de 80km que llega a los 3.700 metros de altitud. La Legend no tuvo problema alguno para llegar a lo más alto de la montaña, aunque los últimos kilómetros los hizo en segunda. Al coronar la cima nos topamos con una hermosa vista del nevado del Ruiz que desde lo alto nos daba la bienvenida a sus dominios y luego de unos minutos que dedicamos a contemplar el hermoso espectáculo que la naturaleza nos regalaba, seguimos rumbo a Manizales y de allí a Santa Rosa de Cabal, donde nuevamente nos esperaban las cálidas aguas termales, antes de tomar rumbo a casa.
No podía faltar la foto en la plaza principal de Villa de Leyva, la más grande del país
El paso por Ráquira, pueblo adornado con sus artesanías y sus coloridas casas es obligatorio
Aquí la DR 250 descansa en las cumbres de la cordillera central, cerca al Alto de Letras
El Nevado del Ruiz nos dió la bienvenida a sus dominios, cuando coronamos el Alto de Letras a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar