La Yamaha Biplaza 500, es la moto más rápida del mundo en la que dos personas pueden subir a dar un paseo.
Pero no cualquier paseo, quien se sube a esta bestia de 500cc debe estar preparado para resistir una sobredosis de fuertes sensaciones, un viaje que ni en la más salvaje de las montañas rusas se puede uno imaginar. Este juguete del equipo de carreras de Yamaha fue creado para brindar a unos pocos afortunados alrededor del mundo, la experiencia que se vive sobre una 500 del mundial de velocidad y para hacer las cosas mucho más reales, quien conduce es Randy Mamola, uno de los grandes pilotos de los 80’, que sigue siendo tan rápido y agresivo como cuando ganaba carreras sobre las Yamaha del Team Lucky Strike.
Este es Randy Mamola sobre la Yamaha del Team Lucky Strike, a finales de los 80´s
La Yamaha biplaza no tiene nada que envidiarle a las 500 con que corren los pilotos del mundial actualmente, bajo su aerodinámica piel de fibra de carbono se esconde un motor V4 de dos tiempos que pone en la rueda trasera casi 200 caballos, suficientes para superar los 300 km/h en las pistas más rápidas que visita el mundial, calza las mismas llantas que brindan un agarre extraordinario y tiene todas las sofisticaciones que se pueden ver en cualquier máquina oficial de la marca. Las únicas diferencias están en su asiento extra con los respectivos tacos para el acompañante, suspensiones reforzadas y un asa muy resistente, integrada al tanque, dispuesta para que el pasajero se agarre fuertemente y pueda mantenerse sobre la moto durante el vertiginoso paseo.
Los afortunados que suben en esta maravilla, no pueden tener problemas cardíacos y luego de un curso básico, deben meterse en un ajustado traje igual al que utilizan los pilotos, ponerse los guantes, las botas y por último darse la bendición antes de ajustarse el casco.
Para subir a la biplaza hay que ser muy afortunado, aunque algunos no han quedado con ganas de repetir la experiencia
Con 200 caballos la aceleración es aterradora, en menos de 3 segundos la moto y sus dos ocupantes se han convertido en un misil que vuela a más de 120km/h y apenas van ¡¡en primera!!, esto obliga al copiloto a sujetarse con toda su fuerza si quiere seguir sobre la moto, pero las emociones apenas comienzan. Tres segundos después ya rozan los 240km/h y todos los sentidos le dicen al pasajero que a esa velocidad es imposible tomar la curva que se acerca vertiginosamente, pero adelante Randy tiene todo bajo control y sabe que puede exprimir todavía un poco más la recta y acelera el V4 hasta las 14.000 rpm, llegando justo al punto en el que los cuatro escapes producen una ensordecedora sinfonía. Tan solo un segundo después, cuando el corazón del acompañante llega a la línea roja, entran en acción los frenos de fibra de carbono que en muy poco espacio reducen la velocidad hasta los 120km/h y al entrar en la curva el horizonte comienza a inclinarse y las rodillas se acercan al centímetros del suelo. La salida de la curva no es menos emocionante, con la rueda trasera derrapando y la delantera levantándose, todo bajo el control del piloto que acelera con precisión, soltando los caballos sin que se desboquen.
Si la aceleración no es suficiente, todavía están los poderosos frenos de carbono, que aquí vemos en acción
El paseo dura poco más de 4 minutos, son en total tres vueltas a la pista, cada una más rápida que la anterior. Para algunos resulta una tortura, para otros la mejor experiencia que se puede vivir desde el puesto de atrás.
Texto: Juan C. Posada – Fotos: www.motograndprix.com
Edición 34
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