Puede decirse que las llantas son el elemento más importante dentro de todos los que componen una moto, ocupando el tercer lugar en la lista de protectores de nuestra vida, luego de un cerebro que razona y de una mano derecha disciplinada. Y un punto por delante de los frenos, pues se mantienen activas en todo momento.
Una llanta se compone de tres partes principales, la zona en contacto con el suelo se conoce como «banda de rodadura», el anillo que une la llanta al ring llamado «talón» y el costado de la llanta denominado «hombro». Además la llanta posee varias estructuras interiores, que le permiten soportar los esfuerzos a que es sometida. La banda de rodadura es una mezcla de caucho con diferentes compuestos que le dan propiedades de resistencia al desgaste, al calor, a la deformación y a los elementos externos. Además sus diferentes labrados sirven para que ésta se comporte de manera adecuada en un determinado terreno, o en condiciones difíciles como en caso de suelo mojado, donde es clave la capacidad de evacuación del agua a través de las ranuras.
Las llantas cumplen una de las principales funciones, son nuestro único contacto con el suelo y de su diseño depende el comportamiento de la moto. Aquí vemos la estructura interior de una llanta radial.
Desde que en 1888 John Dunlop pegó una manguera al ring de una bicicleta su evolución no se da detenido y son la clave para el diseño de máquinas más veloces, potentes y seguras. Siendo la competición la que más ha jalonado su desarrollo. Una llanta dependiendo de su diseño puede afectar el comportamiento de la moto así: si su banda de rodadura es muy resistente al desgaste, su adherencia sé vera reducida, siendo adecuada para poca velocidad en curva y al contrario si es blanda se “pegara” más pero su duración será menor. Además si su estructura es muy rígida se tendrá mayor estabilidad a alta velocidad en línea recta y se compensará un chasis poco rígido, en tanto que una llanta más “flexible” facilita los cambios rápidos de dirección y aumenta la estabilidad en curva, con la ayuda de un chasis rígido y una correcta suspensión. Además de esto cada llanta cumple un papel diferente, la delantera además de dictar la línea a seguir por la moto debe resistir los esfuerzos de balanceo que se causan al girar la dirección (efecto giroscópico), para lo cual es clave mantener la presión en su punto adecuado, aunque este balanceo es también amortiguado por nuestros brazos, algo que los diseñadores saben y aprovechan.
La rueda trasera cumple la función de transmitir la potencia al suelo correctamente, resistiendo grandes dosis de tracción, calor y fricción, por lo cual su resistencia es prioridad, más que su capacidad para evacuar agua o para tomar las curvas, trabajo que efectúa la delantera.
Otro factor importante en las llantas es su capacidad de “avisar “ cuando sé esta llegando a su punto límite de adherencia, con un pequeño derrape constante que nos indica que debemos reducir el ritmo o la inclinación, algo que es vital en las motos actuales, que cuentan con motores muy potentes, suspensiones de muy buen comportamiento y la rigidez suficiente en el chasis para poder exprimir al máximo cualquier tipo de llanta.
Más adelante veremos las distintas clases de llantas y los factores a tener en cuenta durante la elección, además de los cuidados que se debe tener con las llantas para alargar su vida y optimizar su desempeño.
Texto: Carenaje
Edición 4
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