Con esta deportiva de trazos muy originales, la marca austríaca nos confirma que grandes dosis de diversión pueden venir empacadas en pequeñas cilindradas y todo esto sin perder la practicidad de una moto para todos los días.
Debo decir que tenía muchas expectativas antes de subirme a esta moto, algo que siempre me sucede con toda nueva KTM que llega a mis manos, aunque en este caso no tuve tanto tiempo con ella como hubiera querido, pero sí el suficiente para descubrir que nuevamente la marca austríaca había logrado hacer una moto especial, con ese “picante” que tienen todas sus creaciones y que las hace tan únicas y diferentes de todo lo demás.
Comenzando por la apariencia, es claro que KTM no pretendía hacer otra deportiva más, el diseño de la RC 200 marca un nuevo estilo, con un frontal muy original, que gústenos o no, identificará a esta moto por donde quiera que pase. Claro que ahí están esas formas anguladas tan características de esta marca y un hermoso chasis multitubular que luce espectacular en ella y que destaca al estar pintado en ese vivo tono naranja que es sinónimo de fuertes sensaciones cuando se habla de motos.
Como es usual en KTM, el diseño y los acabados son de alta calidad.
Esta deportiva comparte muchos componentes con la Duke 200, siendo el principal el propulsor monocilíndrico de 199cc que genera 25,5 caballos a 10.000rpm, potencia suficiente para mover con soltura un conjunto que pesa 137,5 kilos y darle una aceleración y una velocidad que la ponen del lado de las motos que ofrecen buenas dosis de emociones.
Muy innovador el diseño del asiento del pasajero que mejora mucho el «look» deportivo.
Compacta, esa fue la primera palabra que se me vino a la mente cuando me subí en ella. Me sentí como en una moto de carreras, aunque la postura no es tan radical, pero sí acorde a lo que esperaba de una verdadera deportiva, con las piernas flexionadas para poder inclinar bastante sin que nada toque el suelo, con el manubrio bajo y estrecho y con un asiento que se siente muy firme y adecuado para moverse en él a la hora de atacar las curvas.
Bajo la cola dispone de asas para el pasajero muy bien disimuladas.
Ágil fue la segunda palabra que pensé tan pronto puse primera y comencé a moverme en la ciudad, el motor se mostró delicioso para este entorno, con una respuesta agradable a medio régimen para enfrentar el tráfico y con una caja que es corta, precisa y suave, justo lo que uno espera de una moto en la que todo el tiempo hay que trabajar con el pie izquierdo. La moto fluye con gran facilidad por cualquier parte y su postura está en un punto ideal donde ofrece la comodidad suficiente para que podamos disfrutar de ella a diario como medio de transporte fácil, económico y sobretodo divertido, porque en ella cada salida es pura diversión, igual como sucede con su hermana la Duke 200.
Pero lo mejor llega cuando apuntamos la rueda delantera hacia una buena carretera de curvas, ahí si comienza la verdadera diversión y las palabras “Ready to Race” cobran todo su sentido, gracias a un motor que acelera con ganas por arriba de 7.000rpm y que es capaz de mantener ritmos muy buenos, pero además cuenta con un chasis, unas suspensiones y unos frenos que están sobrados en calidad y que convierten cada frenada, cada cambio de dirección y cada curva en un momento sublime donde podemos expresar lo mejor de nuestras capacidades conductivas, con esa sensación maravillosa que solo una verdadera deportiva nos puede regalar.
Su diseño es muy deportivo y resalta especialmente el hermoso chasis multitubular.
Aspectos para destacar hay varios, como la calidad de sus acabados o el completísimo tablero que nos ofrece gran cantidad de información, aunque mucha de ella no es fácil de leer en movimiento al ser muy pequeña; las luces son muy buenas para rodar en la noche y en general la iluminación, con stop y direccionales de Leds que resultan muy visibles a cualquier hora; el consumo de combustible es muy contenido con promedios de 130km/g en uso mixto ciudad / carretera y sin dejar de disfrutar de la potencia; también hay que destacar la suavidad de funcionamiento y un aspecto que me pareció clave es que las suspensiones ofrecen un buen nivel de comodidad sin dejar de ser firmes como se espera de una deportiva y eso redunda en que la moto sea demasiado agradable para usar a diario o incluso para recorridos largos.
El pasajero, como en toda deportiva de verdad, no irá tan cómodo como en otra clase de motos, pero la KTM le ofrece un asiento amplio, por cierto de un diseño muy ingenioso ya que da la apariencia de ser una moto monoplaza, y unas agarraderas bien camufladas debajo de la cola, pero ese es un pequeño precio a pagar por tener una dosis diaria de adrenalina. DM