Adrenalina garantizada…
Desde el momento en que la vimos en vivo y en directo, conociendo sus cifras y el ADN que en Kawasaki supone llevar la letra Z, nos mataba la curiosidad de tenerla en nuestras manos y ver qué tanto de ese carácter deportivo que define a sus hermanas estaba presente en la más pequeña de la familia.
Por los mismos días en que un selecto grupo de periodistas se daban el gusto de ser los primeros en sentir la monstruosa H2R con sus 326 caballos de potencia y velocidades por arriba de 340km/h en el circuito mundialista de Qatar, nosotros, de manera más discreta y al otro lado del mundo, teníamos el placer de ser los primeros en subirnos a la recién llegada Z250 SL, al menos en lo que respecta a Colombia, donde la esbelta monocilíndrica es toda una novedad que fue lanzada hace un par de meses en el Salón del Automóvil.
20 kilos son una razón de peso para que la nueva Z sea una moto muy interesante y también para entender por qué Kawasaki tiene dos modelos tan parecidos en su catálogo, con la bicilíndrica Z250 como principal rival dentro de la misma casa, a solo millón y medio de diferencia en precio. Es fácil pensar que esto no tiene sentido, que bastaría con una sola, pero esos kilos menos que pesa la SL, que son bastantes hablando de motos con intenciones deportivas, le dan argumentos muy valiosos para atrapar clientes, claro que tampoco podemos ignorar los 28 caballos que produce su compacto propulsor, apenas cuatro menos que el bicilíndrico de su hermana, a lo cual hay que agregar un mayor torque en la recién llegada, con 22,6 newton-metro, frente a 21 de la bicilíndrica. Al sumar todos estos factores uno entiende que se trata de dos motos con cualidades muy interesantes, pero lo que realmente termina de convencer respecto al potencial de la más pequeña, es lo que transmite al subirse en ella y explorar a fondo sus capacidades.
El escape es fabricado totalmente en acero inoxidable.
“Slim & Ligth weight” (delgada y liviana), de ahí es de donde salen las letras SL que se destacan en sus aletas laterales, palabras que definen esta naked deportiva, y eso precisamente es lo primero que impacta cuando nos subimos en ella, lo esbelta de su silueta y lo ligera que se siente entre las piernas (148 kilos con tanque lleno), facilitándole mucho las cosas a los pilotos de corta estatura o de poca experiencia, quienes sabrán valorar estas virtudes.
Al verla no hay duda de que es toda una Z, con esas formas afiladas y agresivas que son el rasgo principal de todas sus parientes, pero con un diseño que sobresale por tener una identidad propia, con un faro muy diferente al de sus hermanas y en especial gracias al llamativo chasis multitubular, fabricado en acero de alta resistencia, que es una pieza clave en todo el conjunto, más a nivel dinámico que estético, aportando la rigidez que una verdadera moto deportiva necesita.
Sus luces no tienen el estilo de sus hermanas, pero son muy eficientes.
El motor brilla por su excelente desempeño, al igual que el chasis multitubular.
No es necesario estar mucho tiempo encima de ella para entender que la comodidad no fue una de las prioridades de sus diseñadores. Su asiento tiene apenas la espuma necesaria, las piernas van lo suficientemente flexionadas para que sea poco probable que el suelo y los avisadores de los posapiés lleguen a conocerse y un manubrio bastante plano, al mejor estilo “Streetfighter”, nos obliga a llevar el pecho inclinado hacia adelante; pero el que lleva la peor parte es el pasajero, quien paga el precio de tener una cola tan esbelta y deportiva, que obviamente obligó a reducir el asiento a la mínima expresión, aspecto común en sus hermanas mayores, claro que para compensar un poco la dureza y escases de asiento, la posición que se encuentra nuestro acompañante al subirse en el “segundo piso” es bastante relajada, ofreciendo un gran panorama al estar muy por arriba del piloto y con la posibilidad de apoyarse muy bien en las piernas, subsanando un poco la ausencia total de cualquier aditamento que le permita agarrarse.
Si el chasis es una pieza clave, el motor no se queda atrás, un corazón de 249cc, dotado de inyección electrónica y equipado con culata de cuatro válvulas, con doble eje de levas y caja de seis marchas, que proviene de la veterana KLX 250, pero que fue objeto de muchas mejoras antes de ser trasplantado a la esbelta deportiva, incrementando su potencia en 6 caballos, ganando 2,1 Nm de torque y subiendo el régimen de giro en casi tres mil revoluciones, con lo que logra llegar hasta las 10.500rpm, que es donde se encuentra el corte de encendido.
El asiento es apenas lo justo.
La frenada es de muy buena calidad, de pura deportiva.
El resto del paquete tampoco se queda atrás, comenzando por un tablero ultra compacto, completamente digital, tal como mandan las tendencias actuales. La frenada recae en dos discos lobulados, de 290mm al frente y 220mm atrás, ambos con pinzas de doble pistón. Al mirar las suspensiones encontramos una horquilla idéntica a la de su hermana bicilíndrica, con barras de 37mm, sin ningún tipo de calibración y un sistema Uni-Track, ajustable en dureza, que brinda una suspensión progresiva en la parte trasera. Finalmente, es de destacar su escape fabricado completamente en acero inoxidable, que aunque algo grande armoniza bien con todo el estilo de la moto y no se puede ignorar la calidad del caucho que trae de serie, unas Dunlop TT900 que son una gran elección si de curvas se trata.
La mayoría de las motos que el mercado nos ofrece no tienen muy definida su vocación, no se especializan en nada, pero se defienden en todo. Solo unas pocas nos dicen de inmediato lo que son y en ese grupo se encuentra esta Kawasaki, basta con subirse en ella y rodar un par de kilómetros para entender que su carácter es netamente deportivo, la postura de manejo, el tacto de sus frenos, la firmeza de las suspensiones, la respuesta del motor y de la caja, la inmediatez de la dirección, la solidez del chasis, incluso la dureza de su asiento, todo en ella fue pensado para ir rápido, para transmitir confianza, para no filtrar ninguna sensación al piloto. Es por ello que la comodidad pasa a un segundo plano, quien quiera rodar plácidamente encontrará otras opciones que ofrecen eso, pero quien busque una verdadera naked deportiva en la gama de 250 y por menos de 12 millones debe mirar hacia este lado.
Basta con subirse en ella y rodar un par de kilómetros para entender que su carácter es netamente deportivo.
Con ella rodamos lo estrictamente necesario dentro de la ciudad, pero fue suficiente para descubrir una “cómplice” ideal en los recorridos urbanos, ya que gracias a sus compactas medidas se mueve como pez en el agua en medio del tráfico y el motor cuenta con una respuesta muy buena a medio régimen, gracias a la inyección electrónica, que brinda suavidad y le permite moverse con toda tranquilidad, logrando consumos similares a los de una 125. Otra ventaja es que el calor del monocilíndrico casi no se siente, lo que si se siente bastante es el sonido del ventilador que entra en acción constantemente cuando vamos a ritmos muy lentos.
Tan pronto pisamos la primera carretera de curvas con buen asfalto, fue como entrar en un juego de video, con suficientes caballos para hacer fluir la adrenalina, disfrutando a fondo de la potencia y del excelente desempeño del chasis y las suspensiones, que junto con los frenos y las llantas, arman un conjunto demasiado divertido y muy efectivo a la hora de enfrentarse a los trazados más revirados.
La nueva Z tiene lo suficiente para que la diversión esté más que garantizada.
La nueva Z tiene lo suficiente para que la diversión esté más que garantizada, ir en ella enlazando curvas resulta altamente adictivo, así como abrir el acelerador y sentir como el pequeño monocilíndrico sale disparado a partir de 7.000rpm hasta alcanzar el corte a 10.500 revoluciones, empujándonos con ganas y alcanzando en muy poco espacio velocidades de respeto, que pueden incluso superar los 150km/h si se tiene un buen pedazo de asfalto despejado frente a nosotros. Y si acelerando es emocionante, la frenada no se queda atrás, las dos pinzas de doble pistón muerden con rabia los discos lobulados, proporcionando una desaceleración contundente, que da licencia para exprimir a fondo esos 28 caballos, aguantando hasta el último momento para aplicar todo el poder de frenado en las ruedas, cuyo agarre es intachable en piso seco, aspecto que se suma a la solidez de la suspensión delantera y del chasis multitubular para conseguir unas frenadas impecables, con todo bajo control, algo que para una verdadera deportiva resulta esencial.
La misma efectividad que muestra en las carreteras más retorcidas, se disfruta en los tramos de curvas rápidas, donde la Z va sobre rieles, mostrando una estabilidad impecable, que inclusive se mantiene inalterada cuando vamos con el peso extra del pasajero, el cual no afecta para nada la diversión, tan solo se resiente un poco la respuesta del motor, que sin embargo sigue siendo suficiente para ir dejando atrás a la mayoría de los vehículos que encontremos en el camino, sean de dos o de cuatro ruedas.
Su caja de seis marchas, de relación corta, le permite tener siempre una excelente respuesta en conducción deportiva, dado que prácticamente en todo momento tendremos la posibilidad de aprovechar el motor en su mejor punto, aunque esto obliga a trabajar bastante con el pie izquierdo, tarea que le pone sabor a toda la experiencia, con rebajes y subidas constantes de marchas que entran con gran precisión y que exigen estar concentrado, sintiendo el motor, cuyo sonido, vibraciones y empuje nos dicen cuándo hay que subir o bajar un cambio para mantenerlo en su zona “caliente”, tal vez por esa claridad con la que el motor nos habla, se explica que su tablero no cuente con un indicador de marchas, detalle que no extrañamos en ningún momento.
Para rodar sobre una moto de estas, nada mejor que un casco que le haga juego y para eso elegimos este modelo de la marca francesa Shark.
Inevitablemente esta moto nos trajo a la memoria la Victor, su inolvidable hermana de dos tiempos que tenía en sus genes ese mismo carácter que en Kawasaki conocen muy bien, una moto pequeña y compacta concebida para ir rápido, con sensaciones de verdadera máquina deportiva para quienes disfrutan la conducción sin filtros, motos que sin dejar de ser lógicas, accesibles y económicas nos llevan a otro nivel de manejo, donde la concentración y la precisión del piloto son recompensadas con grandes dosis de adrenalina. DM
Comentarios
– Siendo una moto de carácter tan deportivo, sorprende la eficiencia del propulsor que en la prueba nos arrojó consumos promedio de 130km/g.
– Las vibraciones que genera son mínimas gracias a un eje balanceador que cumple muy bien su labor
– La calidad de todos sus componentes y acabados es destacable.
– A excepción de la velocidad y nivel de combustible la lectura del tablero no es nada fácil por su tamaño.
– Le hace falta un sensor que impida arrancar con gato lateral desplegado.