8.500km por el oeste americano
El oeste de Estados Unidos ofrece paisajes que superan la imaginación, como esta postal del Cañón del Colorado, que ni la ardilla se quiso perder
Hay experiencias en nuestras vidas que nos marcan, este viaje que les voy a compartir fue una de ellas. Hace poco me bajé del avión que me trajo desde la soleada costa de Los Ángeles y me cuesta creer que todo lo que viví en las últimas tres semanas haya sido real, miles de paisajes increíbles me dan vueltas en la cabeza como si hubiera acabado de despertar de un sueño.
En efecto, por años alimenté en mi mente el sueño de irme a rodar por los increíbles parajes del oeste norteamericano, que muchos de mi generación crecimos viendo en el cine y en series de televisión. Paisajes de tal majestuosidad que muchas veces dudé que fueran reales y donde transcurrían las más emocionantes escenas de los famosos “westerns” y “road movies”, dos géneros cinematográficos que han sabido aprovechar al máximo los escenarios surrealistas de esta vasta región.
Así comenzaba nuestra «conquista» del viejo oeste a lomos de la TT 250.
La invitación llegó sin anestesia, sin preámbulos y sin tiempo para pensarlo. “Le gustaría ir a probar la nueva TT 250 Adventour en una ruta de 15 días y más de 6.000km por el oeste de Estados Unidos, hay que salir en dos semanas y necesitamos una respuesta inmediata”. No había nada que pensar, mi respuesta fue un “sí” instintivo, hay oportunidades que solo se dan una vez en la vida y esta era una de esas.
La ruta fue un inmenso circuito que pisó 9 estados del oeste americano, recorriendo 8.500km en 18 etapas, tal como se puede ver en el mapa.
Un lunes en la tarde estábamos aterrizando en Los Ángeles, y digo estábamos porque me acompañaba un gran amigo y colaborador de La Revista desde sus inicios. Trabajaríamos en equipo para poder lograr buenas fotos y videos, aunque esto último nunca ha sido nuestra especialidad, pero estábamos decididos a intentarlo. En el aeropuerto nos recibió Joe, que sería nuestro guía en la larga travesía que nos esperaba, un exmilitar e ingeniero que trabajó en el desarrollo de aviones de combate, pero ante todo un apasionado por las motos que ahora hace parte de la empresa que comercializa esta moto en Estados Unidos. Dicha empresa fue la que extendió la invitación a AKT para unirse a una ruta que tenían planeada con el objetivo de probar y promocionar las motos, donde estaríamos acompañados por un periodista de una de las más prestigiosas revistas de motociclismo de Estados Unidos y por un grupo de cinco motociclistas chinos que habían viajado desde el otro lado del mundo, al ser los afortunados ganadores de un concurso realizado por el fabricante de la moto, que por cierto es uno de los más grandes productores de motos y motores en China.
La integración de todo el grupo fue al día siguiente en la sede de la empresa ubicada a las afueras de Los Ángeles, donde nos entregaron nuestras motos. Allí conocimos a la delegación asiática y nos llamó bastante la atención ver el frenesí en que se encontraban estos cinco personajes mientras instalaban en sus monturas todo tipo de artilugios electrónicos. De sus maletas salían cámaras de todos los tipos y tamaños con sus respectivos soportes para la moto, artefactos para llevar los celulares instalados en el manubrio, equipos de comunicación, sistemas de navegación y aditamentos para suministrarle energía a toda la parafernalia electrónica que los acompañaba.
Nosotros simplemente nos limitamos a revisar que nuestras compañeras de viaje estuvieran bien, comprobamos niveles de aceite, de refrigerante, líquidos de frenos, revisamos que no hubiera nada suelto y verificamos los sistemas de iluminación. Nuestras motos, al igual que las demás, habían sido equipadas con maletas laterales y un baúl posterior, adicionalmente les habían instalado un visor más alto que AKT ofrecerá como accesorio para quienes deseen una mayor protección del viento.
El parque nacional Joshua Tree fue el primero de muchos que cruzaríamos.
Cuando todo estuvo listo nos llevaron a una ruta corta por las montañas aledañas, sería nuestro primer contacto con todo el grupo que viajaríamos, al que se integraba “Big John” como segundo guía, sumando en total 9 motos, también sería nuestra primera oportunidad de rodar las TT 250, que por cierto estaban nuevas, y nuestro primer asalto a las vías del norte, donde la disciplina al manejar se la toman muy en serio y las sanciones también.
De parte nuestra la expectativa frente a la moto era grande, pues escasamente habíamos logrado observarla en la Feria 2 Ruedas, donde había tanta gente que quería verla, tocarla, subirse en ella y tomarse la foto, que en realidad apenas la estábamos conociendo y pudiendo detallar como se debe, encontrando un nivel de acabados destacable, un diseño que hace pensar en cilindradas mayores y en marcas de gama alta con unas características que sorprenden para un precio demasiado atractivo.
Las congestionadas autopistas que salen de Los Ángeles
Un par de imágenes de la Ruta 66
Esa primera salida fue corta, a un ritmo prudente, pero suficiente para descubrir una moto agradable y espaciosa, pero en especial bastante suave, en la que nos sentimos a gusto desde los primeros metros, con una postura de manejo relajada y muy confortable. Este primer contacto nos dejó muy tranquilos considerando que nos esperaban muchos días de carretera sin descanso. De hecho nos acabábamos de enterar que el plan original se había extendido a 17 días y 8.500km, distancia suficiente para ir desde la Guajira hasta Buenos Aires, Argentina. Inclusive podríamos regresarnos rodando desde Los Ángeles a Colombia en las motos y todavía nos faltarían más de 2.000km para completar esta distancia. Por lo visto nos esperaba una verdadera maratón y una dura prueba para las motos.
La Adventour fue diseñada para aquellos que desean viajar, pero acertadamente lo hicieron pensando en que fuera una moto adecuada para todo tipo de usuarios, de ahí que su asiento se encuentre a una altura muy razonable, de manera que llegar al suelo con seguridad es bastante fácil para personas de corta estatura, también su peso de 150kg en seco resulta ideal para cualquiera. Fue dotada de unas suspensiones y una altura libre al suelo (205mm) que le permiten moverse fuera del asfalto sin problemas, aunque sus ruedas de 18” al frente y 17” atrás no son precisamente las de una moto de corte enduro y es claro que sus intenciones no son esas, lo suyo es combinar un excelente desempeño en asfalto con una buena capacidad para rodar por caminos de tierra sin dejar de disfrutar el manejo ni la comodidad.
El día 1 de nuestra ruta fue el bautizo de fuego, salimos a primera hora para evitar el tráfico feroz de una ciudad donde parece que las personas nacieran y vivieran dentro de sus vehículos. Los Ángeles es la tierra de los carros y las mega autopistas y antes de lo pensado estábamos metidos en una vía con 6 carriles en cada sentido. La sensación fue como caer a un río que corre a toda velocidad, tan pronto nuestro guía pisó la vía de acceso a la interestatal 210 aceleró con decisión para poner su moto a más de 110km/h y lo mismo hicimos el resto para no quedarnos rezagados y mantener el ritmo al que avanzaban todos los carros y camiones que por allí transitaban a esa hora, que no eran pocos, ya que todos los carriles estaban ocupados por una larga fila que se perdía hasta donde la vista alcanzaba.
En ese momento se me vinieron a la mente las peores imágenes de accidentes que fuera posible imaginar, pero inmerso en ese caudal de carros moviéndose a toda velocidad, la concentración me fue sacando de esos pensamientos fatalistas y comencé a percatarme de que la moto iba muy bien, manteniendo esa velocidad con su motor bastante relajado en sexta y con bastante margen por exprimir en caso de que fuera necesario. También me di cuenta que todo el diseño frontal, que indiscutiblemente es lo más llamativo de esta viajera, ofrecía una protección aerodinámica muy buena, junto con el parabrisas alto que lograba desviar casi todo el viento del pecho y la cabeza, sin generar turbulencias molestas, un detalle que fue clave en un viaje donde el promedio de velocidad siempre se mantuvo entre 100 y 130km/h.
Este paisaje del parque nacional Zion y de Bryce Canyon son solo
una pequeña muestra de las maravillas de Utah.
Pronto el desierto inundó el paisaje con su inmensidad y a medio día dejamos las autopistas para adentrarnos en el parque nacional llamado Joshua Tree, el primero de muchos que cruzaríamos y en el que rodamos por carreteras más tranquilas, con curvas deliciosas donde el chasis y las suspensiones brillaron de inmediato, siendo destacable la forma como la moto fluía de una curva a la siguiente con total aplomo y con una gran precisión para seguir nuestras órdenes.
La famosa Ruta 66, que fue la primera carretera que cruzó Estados Unidos de costa a costa, también hizo parte del recorrido en algunos tramos, donde encontramos pequeños poblados y estaciones de combustible que nos transportaron en el tiempo a la época en que estalló el furor de los norteamericanos por los viajes en carro, furor que aún se mantiene, no había duda de ello al ver la gran cantidad de carrocasas de todos los tipos y tamaños que nos cruzábamos en todas partes.
Ese día recorrimos más de 600km, con temperaturas que en algunos tramos superaron los 40 grados. Al final de la tarde cruzamos el famoso río Colorado y poco después llegamos a Kingman, Arizona, donde pasaríamos la primera noche.
El balance de la primera etapa nos dejó muy satisfechos con el desempeño de nuestras motos, que marcharon de manera impecable, sin problemas para mantener los elevados promedios de velocidad de las autopistas, funcionando con gran suavidad, con una autonomía superior a los 250km y lo más importante, ofreciéndonos un viaje muy relajado, esto nos dejó muy tranquilos considerando todo lo que teníamos por delante.
Al día siguiente rodamos directo al Cañón del Colorado, un lugar tan impresionante que parece irreal. Tuvimos un par de horas en un sitio en el que una semana se queda corta para conocerlo, pero aprovechamos cada minuto contemplando esta esta profunda y colosal cicatriz labrada por el río de su mismo nombre, desde uno de los miradores donde era posible acceder con las motos. Aturdidos por semejante paisaje continuamos la ruta rumbo a un poblado llamado Page, que sería nuestro destino y en el camino el paisaje se fue tornando increíble, con una carretera sinuosa que fluía junto a maravillosas montañas de tono rojizo labradas por la fuerza del agua.
La tercera jornada comenzó con el cambio de aceite a nuestras motos, que ajustaban cerca de 1.000km, tarea que se realizó sin mayor dificultad, comprobando que no habían consumido nada de lubricante y aprovechando para revisar y limpiar los tres filtros metálicos que tiene el motor, que indiscutiblemente viene muy bien protegido en este aspecto, además de contar con un sistema de refrigeración por líquido dotado de dos radiadores de buen tamaño, que se encargan de mantener la temperatura en el punto ideal.
Ya que hablamos del motor, es bueno decir que este monocilíndrico con culata de cuatro válvulas y caja de seis marchas fue diseñado por una empresa italiana para propulsar inicialmente una moto de motocross y luego fue evolucionado para la Adventour, cediendo algunos caballos a cambio de ganar en confiabilidad y durabilidad, así como en suavidad, para lo cual se sirve de un eje balanceador que anula las vibraciones de forma muy eficiente.
25,5 caballos a 9.000rpm y 23NM a 7.000rpm son las cartas de presentación de un motor que a pesar de haber sido suavizado, aún mantiene ese sabor deportivo de la versión original para competencia, con un tacto algo tosco hasta alcanzar las 4.000rpm, punto donde se suaviza, pero es a partir de 6.000 revoluciones donde se siente que comienza a empujar de verdad, con una franja muy sustanciosa que va hasta la línea roja que empieza en 9.000rpm, en ese rango está lo mejor del monocilíndrico, tres mil revoluciones que ofrecen buena capacidad de recuperación, una aceleración que permite adelantar con facilidad y muy buena velocidad tanto en plano como en montaña, pero la cosa no acaba ahí, porque el propulsor es capaz de seguir acelerando más allá de la línea roja, con un margen extra que está ahí para cuando sea necesario y que nos puede sacar de apuros en muchos momentos. En nuestro caso fue clave esa potencia extra en algunos momentos en que adelantábamos inmensos camiones que se movían en la autopista a mucha velocidad y en varias oportunidades vimos nuestros tableros superar los 150km/h. Nada mal para 250cc.
Sobre estas líneas en el parque Craters of the Moon, en Idaho.
Utah fue el tercer estado que pisamos y sus carreteras y paisajes fueron alucinantes, en especial las rutas 12 y 24, dos números que nunca olvidaré. Lástima que en un itinerario tan apretado no había espacio para detenerse en muchos lugares donde hubiera querido quedarme horas enteras a contemplar panoramas que parecían como salidos de otro planeta, montañas áridas que iban desde tonos blancos hasta morados y huellas profundas de la erosión, por donde una carretera perfecta se adentraba dibujando fantásticas curvas que se sucedían una tras otra como en el mejor juego de video. En medio de estos trazados de fantasía cruzamos los parques naturales Zion y Bryce Canyon, no tan famosos como el Cañón del Colorado, pero más espectaculares para ser recorridos en moto.
Los días 5 y 6 transcurrieron rodando en Colorado, donde el paisaje se tornó verde y vimos las primeras montañas nevadas de todo el viaje, junto con pueblitos que inevitablemente nos hacían pensar en escenarios de películas del oeste, pero pronto entramos a Wyoming y el paisaje dio otro giro, con inmensas planicies y carreteras que se podían contemplar hasta donde la vista alcanzaba, de vez en cuando trepábamos una pequeña cuesta y lográbamos divisar kilómetros de tierras solitarias que se fundían en el infinito a nuestro alrededor y donde solo el viento y el sonido de nuestras motos parecían interrumpir la tranquilidad absoluta. Eran horas enteras con los motores girando a 8.000rpm y por momentos la monotonía se transformaba en una batalla contra el sueño. Una experiencia que ya había vivido años atrás en algunas carreteras de Perú, Chile y Argentina y que resulta aterradora cuando se llega el momento en que el sueño nos vence por instantes y volvemos a abrir los ojos para darnos cuenta de que nos habíamos quedado dormidos a 120km/h!!
El impresionante Devils Tower, en Wyoming.
Los días siguieron pasando a un promedio de 500km por etapa, pisamos Dakota del Sur y pudimos conocer uno de los lugares más emblemáticos de Estados Unidos, el Monte Rushmore, donde fueron talladas en la roca las cabezas de cuatro expresidentes, pero lo mejor fueron las carreteras cercanas y sus trazados sinuosos que disfrutamos al máximo sobre la TT 250.
En Dakota del Sur también pasamos por Sturgis, pueblo donde todo estaba listo para la concentración de motos más grande y famosa de Norteamérica y donde el ambiente moto se respiraba en el aire. Pero nuestro itinerario exigía continuar y de nuevo cruzamos a Wyoming apuntando nuestras motos hacia el oeste, pasamos por una impresionante formación volcánica llamada Devils Tower (Torre del Diablo), que se hizo famosa en la película de ciencia ficción Encuentros Cercanos del Tercer Tipo y que realmente lo deja a uno boquiabierto.
La costa pacífica al norte de Oregon nos recibió con un día hermoso.
Nuestro camino nos llevó en los días siguientes rumbo al parque Yellowstone, donde sentimos el mayor frío de todo el viaje, rodando en la mañana a unos no muy agradables 4 grados centígrados, que a 100km/h se sentían como si fueran 10 grados bajo cero, por suerte no nos congelamos y pudimos disfrutar de este maravilloso parque con sus espectaculares bosques, lagos, geisers y carreteras de postal. También vimos venados y algunos bisontes que se nos cruzaron en la vía tomándonos por sorpresa y dándonos un buen susto. Pero aunque íbamos bastante rápido no pasó del susto gracias a que la moto cuenta con unos frenos de disco en ambas ruedas que sin ser sobresalientes, son muy suficientes para detenerse con seguridad, aunque el disco trasero es más potente de lo deseado y propenso a bloquearse, por lo cual se debe tener buen tacto con él.
Nuestro siguiente destino fue Idaho, un estado agricultor por excelencia, donde los sembrados de papa se pierden en el infinito, así como las inmensas rectas que nos siguieron llevando hacia la costa del Pacífico. A nuestro ritmo bastaron dos días para cruzarlo y entrar a Oregón, que nos devolvió la felicidad de las curvas, especialmente el día en que cruzamos Hells Canyon, otro parque natural de esos que dejan imágenes imborrables en la memoria, pero luego vendría el hermoso río Columbia y con él una excelente carretera que lo bordea dibujando entretenidas y rapidísimas curvas, en uno de los tramos más entretenidos de todo el viaje, donde el clima, el pasaje y la carretera se conjugaron de manera perfecta hasta que llegamos a la ciudad de Portland, muy cerca de la costa, no sin antes pisar el estado de Washington, el noveno y último de la lista, pues ya solo nos restaba tomar la famosa ruta 101, la autopista de la costa, que nos llevaría de nuevo a California y sería el tramo final de nuestro viaje.
Carreteras increíbles como esta en Utah en el parque nacional Bryce Canyon y abajo en el Parque Zion
El día 14 fue mágico, comenzó rodando entre un inmenso bosque donde difícilmente entraba la luz del sol, luego llegamos a un pueblo llamado Tillamook, donde pudimos visitar un museo de aviación que funciona dentro del hangar más grande del mundo construido en madera, en lo que fuera una base de dirigibles que patrullaban el océano en la Segunda Guerra Mundial, en busca de submarinos enemigos. Más tarde llegamos por fin a la costa y pudimos contemplar el mar por primera vez en todo el viaje, siguiendo por una carretera de ensueño que en algunos tramos danzaba junto a los acantilados regalándonos hermosos paisajes costeros, para luego volver a internarse en medio de frondosos bosques y así hasta llegar a nuestro destino en Port Ortford, donde cerramos el día caminando en la playa con la luz de la luna y sintiendo las heladas aguas del Pacífico. En este punto del viaje ya las motos sumaban cerca de 7.000km, habíamos realizado el segundo cambio de aceite y más allá de ésto solo habíamos tenido que ajustar nuestras cadenas, lubricarlas un par de veces y cambiar el bombillo de mi faro al cual se le había fundido la luz baja, por lo demás nuestras compañeras marchaban perfecto, tan solo era notorio un leve sonido de las válvulas pidiendo calibración, algo totalmente lógico considerando los kilómetros y la exigencia de cada etapa, pero cada día prendían al primer intento como si nada, los niveles de aceite y de refrigerante se mantenían perfectos y funcionaban delicioso en cada tramo, sin importar el frío, el calor o que todo el día las lleváramos a fondo, tal como sucedió en un par de etapas que transcurrieron en autopistas cuyo límite de velocidad era de 130km/h, ritmo al cual rodábamos sin tregua, o incluso más rápido para poder adelantar a otros vehículos.
Se suponía que nos esperaban las tres últimas etapas, nos advirtieron que serían muy duras debido al tráfico y al calor que irían creciendo rumbo al sur, también porque serían las más largas de todo el viaje, pero en este punto ya estábamos relajados, confiábamos plenamente en nuestras compañeras y sabíamos que no tendríamos problemas. Pero la etapa 15 se salió de todo lo esperado, desde las primeras horas de la mañana tuvimos que lidiar con un calor infernal, y eso que rodábamos por la costa o inmersos entre bosques con los árboles más grandes que he visto en toda mi vida, los llamados Redwoods, bosques cuyos árboles pueden tener más de 2.000 años de antigüedad.
A medio día el calor nos tenía descompuestos, aunque las motos no se inmutaban, en las caras de todos se notaba el deseo de llegar cuanto antes a algún lugar donde pudiéramos ducharnos y descansar, esto motivó a nuestros guías a hacer un cambio de planes, extendiendo el viaje un día más, de manera que las últimas etapas no fueran tan pesadas. Esto también permitió que el día siguiente pudiéramos disfrutar de una tarde libre en San Francisco, una ciudad que enamora de inmediato y a la cual llegamos de la mejor forma, cruzando el majestuoso Golden Gate, el puente más famoso de todo el mundo y que es la foto de nuestra portada.
Un poco de tierra nunca cae mal y la Adventour se presta para disfrutarla. Esto es en Medicine Bow, Wyoming, literalmente en la mitad de la nada
Los dos últimos días fueron bastante duros, pero no tanto por el calor, que no llegó a ser tan fuerte como se esperaba, sino por el tráfico que se fue tornando pesadísimo rumbo a Los Ángeles, y a medida que más y más carros y camiones se sumaban en la vía, esta crecía en número de carriles, llegando a un punto en el que la concentración debía ser total, íbamos junto a la costa inmersos en un mar de vehículos que se movían a más de 110km/h. Se suponía que este sería uno de los mejores tramos, al menos uno de los más famosos, pero en mi memoria quedará como el más estresante del viaje, de hecho los 100km finales fueron los peores, metidos en autopistas de hasta ¡14 carriles! Donde por tramos nos movíamos a paso de tortuga en medio del infierno que suponen miles de motores prendidos y estar parados sobre un mar de concreto a pleno sol en medio del desierto. Pero hasta el último momento nuestras motos se portaron como las mejores compañeras de viaje, pues a pesar de que se sentía el calor intenso que emanaban sus motores, nos llevaron sin el más mínimo problema hasta el punto de partida, donde ajustamos 8.544km, distancia más que suficiente para poder decir con toda seguridad que la TT 250 Adventour será una moto que veremos bastante en la ruta y que permitirá a muchos hacer realidad esos viajes con los que tanto han soñado. DM
Durante nuestro viaje probamos las nuevas botas de ADT Motowear Tour Evo, para conocer los detalles de este producto que además de cómodo, cumple con las normas internacionales de seguridad, pueden ver el artículo en www.demotos.com.co/actualidad/bosi-botas-evo/
El río Columbia nos regaló los mejores paisajes a nuestro paso por Oregon.
Comentarios
– Rodamos poco en destapado, pero suficiente para comprobar sus buenas capacidades en este terreno, contando con buena altura libre al suelo (205mm), con cubrecárter y siendo muy cómoda para manejar de pie.
– Su autonomía supera los 300km, y su consumo, con gasolina corriente, nos dio un promedio de 96km/galón.
– El asiento es amplio y cómodo para ambos ocupantes.
– La altura del asiento es inferior a 80cm, esto le permite a personas de baja estatura alcanzar el suelo fácilmente.
– El pasajero cuenta con asas generosas, que están bien ubicadas, pero no son muy ergonómicas.
– El tablero es muy completo y fácil de leer, pero los testigos luminosos no se ven en el día.
– Las direccionales y el stop son muy visibles al ser de Leds y el faro halógeno genera una buena iluminación.
– El sistema eléctrico tiene capacidad para mover dos exploradoras y un cargador USB.
– Es importante aclarar que en las fotos se aprecian algunas motos con colores que corresponden a la versión de Estados Unidos y que no están disponibles en Colombia.
– Los colores disponibles son: blanco, negro y café.
– La caja de 6 marchas es muy suave y bien relacionada.
– Un dato curioso, en 8.600km de carreteras impecables en Estados Unidos no vimos un solo peaje.
Las primeras montañas con nieve aparecieron en Colorado, donde el paisaje se tornó verde.
En esta playa de Port Orford,Oregon, comprendimos lo helado que es el pacífico en estas latitudes.
La calle Lombard en San Francisco es una de las más populares entre los turistas y por allí la TT250 también desfiló
Hermoso paisaje de las Montañas Rocosas al sur del parque Yellowstone.
Nuestro compañero de ruta y amigo, Gabriel Abad, con el monte Rushmore a sus espaldas.
Cerca de la costa pacífica nos cruzamos con estos inmensos pinos de más de 2.000 años
llamados Redwoods.
Lo único que le hicimos a las motos fue el cambio de aceite.
Nuestros compañeros asiáticos le pusieron un toque de humor a la foto.
Muchos kilómetros transcurrieron en paisajes como este que pertenece al estado de Idaho.
El Golden Gate nos dio la bienvenida a la ciudad de San Francisco, una de las más hermosas de Estados Unidos.
Un viaje inolvidable que culminó con un fondo maravilloso.