El nuevo monoamortiguador y el disco trasero le caen como anillo al dedo a una de las motos más interesantes, atractivas y divertidas del catálogo de AKT Motos, la AKT RTX.
Cuando la vi por primera vez hace más de un año, de inmediato pensé que ese diseño se merecía una suspensión monoamortiguador y no creo haber sido el único que tuvo esa sensación. Después, cuando tuve la oportunidad de probarla (Ed. 120), me llevé una grata sorpresa al encontrar una moto realmente deliciosa de manejar, con un motor, unos frenos y una estabilidad que enamoran. La RTX me ofrecía todo lo que no esperaba encontrar en una moto tan económica, esto hizo que me olvidara por completo del asunto del monoamortiguador y me dedicara a sacarle el jugo en cuanta carretera de curvas se me cruzó en el camino mientras la tuve en mi poder.
Por lo visto en AKT también pensaban lo mismo respecto a la suspensión trasera, pero afortunadamente ellos no se olvidaron del tema, por el contrario se nota que pusieron manos a la obra de inmediato y al ver el resultado final no hay duda de que la RTX se merecía el monoamortiguador, o UniShock como lo llaman ellos. Pero esa no es la única sorpresa que nos muestra la renovada RTX, al mirarla con calma notarán el disco lobulado en la rueda trasera, un refinamiento inusual para una moto cuyo precio no supera los 4 millones.
Pero una cosa es hablar de estética y otra muy diferente es pensar en desempeño. Que algo se vea mejor no siempre significa que funcione mejor. Por suerte en este caso tengo que decir que el acierto fue total, la nueva RTX se ve y se siente muy bien, todo el sabor deportivo que tanto disfrutamos hace un año se mantiene intacto. Sigue siendo una devoradora insaciable de curvas, que traza cada giro por la línea que el piloto le indica de manera impecable, contando con un chasis muy sólido y unas suspensiones muy bien calibradas, que ofrecen todo el aplomo necesario, pero al mismo tiempo son confortables, una cualidad que no es fácil de conseguir y lo mejor es que todas estas virtudes dinámicas se mantienen aún con el peso extra del pasajero.
Pero además de brillar por su gran estabilidad, la AKT RTX tiene un corazón que acelera sin pereza y que se muestra muy a gusto girando a fondo, alcanzando velocidades de respeto. Y si hablamos de frenos, basta decir que es todo un placer sentir el poder del disco delantero, al que se suma un disco trasero que también tiene mucha potencia y que así como puede resultar demasiado brusco para pilotos inexpertos, puede ser muy divertido para los que sepan sacarle el jugo, especialmente en los descensos, donde esta pequeña fiera se convierte en una rival difícil de seguir, una cazadora que está lista para tragarse a motos mucho más grandes y costosas.
En conclusión, la RTX sigue siendo esa moto que tiene todo el «picante» deportivo que a muchos nos gusta, bien preparada para salir a quemar adrenalina y para convertirse en esa compañera ideal para todos los días, que nunca nos cansaremos de mirar desde todos los ángulos.