Aquí tienen el final del relato del viaje por Venezuela que realizaron Gabriel y Mauricio, una aventura que los llevo a conocer casi todo un país en 11 días, montados sobre una Victor y una GS 500.
Enero 6, Puerto la Cruz – Upata (468 kms)
Nos levantamos temprano y nos fuimos a la playa, muy agradable por cierto y un estupendo sitio para pasar algunos días disfrutando del mar. Emprendimos al mediodía el camino que nos llevaría hasta la Gran Sabana Venezolana, a la cual aspirábamos llegar al día siguiente. El primer tramo fue de autopista y el resto por carretera hasta Ciudad Bolivar, donde conectamos nuevamente una autopista que nos llevaría a Upata pasando por Puerto Ordaz. Al atardecer un poco antes de llegar a Puerto Ordaz paramos a tomar algunas fotos, cuando nos íbamos a montar otra vez en las motos pasaron a toda velocidad un par de motos de enduro con placas colombianas, nos sorprendió mucho que no pararan porque nosotros lo hubiéramos hecho inmediatamente, motociclistas colombianos y en esas latitudes, por lo menos era para saludar. De todas maneras quisimos alcanzarlos pero no pudimos. Después me enteré por casualidad que eran un par de Bogotanos que habían salido por los Llanos Orientales y que se dirigían a Manaos pensando que todo era trocha hasta esta ciudad. La desilusión debió ser tremenda porque toda la carretera esta actualmente pavimentada. De allí se dirigían a Leticia por barco y luego a Bogotá en avión con las motos. El último tramo entre Puerto Ordaz y Upata lo hicimos de noche lo cual ya no fue ningún problema para nosotros. En el hotel indagamos por la ruta del día siguiente, nuestro objetivo era llegar hasta la frontera con Brasil atravesando la Gran Sabana Venezolana. Las indicaciones que nos habían dado cuando preparaba el viaje eran que entre Upata y la frontera había 300 kms y allí nos enteramos que en realidad eran 600 kms con lo cual nuestra meta quedó en entredicho. Acordamos salir al otro día lo más temprano posible.
En la Gran Sabana es frecuente toparse con estas camionetas preparadas para la aventura.
Enero 7, Upata – Gran Sabana Venezolana – Frontera con el Brasil – Camping Salto Kama (717kms)
Salimos temprano de Upata con la intención de llegar lo más pronto a la Gran Sabana. En total recorrimos 370 kms a través de una monótona carretera, rodeada de vegetación selvática en su mayor parte, hasta el punto donde inicia la Gran Sabana. El paisaje cambió instantáneamente, la sabana se extendía ante nosotros, completamente verde con variada vegetación y perdiéndose en el horizonte sin mayores rastros de viviendas o actividad humana, lo que da un sentimiento de grandeza y de paz. Es difícil de explicar lo que se siente allí, es una región especial que enamora a los que la visitan y en la cual vale la pena quedarse varios días recorriéndola. La Gran Sabana, que termina en la frontera con Brasil, es atravesada por una carretera pavimentada (en total 200kms), sin embargo, de ella se desprenden varios caminos de tierra que llevan a lugares y poblados de gran atractivo turístico. Es muy común ver camionetas y camperos 4X4 acondicionados para realizar excursiones por estos caminos al más puro estilo Camel Trophy, lo que evoca un sentimiento de aventura que atrae de verdad. La próxima vez que vuelva me gustaría recorrer estos caminos, con una moto apropiada. Durante todo el día recorrimos esta región, destacando especialmente los saltos que son de una gran belleza y al lado de los cuales hay campings y restaurantes. Hacia las 6:00 PM llegamos a la frontera con Brasil, nuestro punto de retorno, estabamos cansados pero con la satisfacción de haber logrado la meta que nos propusimos. En total fueron 571 kms desde Upata y 3163 kms desde que salimos de Medellín. El día todavía no había terminado, queríamos pasar la noche en un camping que habíamos visto 150 kms atrás y además partir de allí al día siguiente era lo más conveniente para reducir kilómetros de la siguiente jornada, que sabíamos iba a ser dura. Esos últimos kilómetros los recorrimos en medio de una noche muy cerrada y en la más completa soledad. Arribamos al camping alrededor de las 9:00 pm, armamos la carpa con las luces de la moto y nos dispusimos para un merecido descanso.
Rectas interminables en la Gran Sabana, un lugar que transmite una energía especial
Enero 8, Camping Salto Kama – Ciudad Bolivar (609 kms) / Enero 9, Ciudad Bolivar – Valencia (704 kms)
Los siguientes dos días fueron de «conexión» para llegar a la tercera gran región que queríamos conocer, el desierto Venezolano. Para destacar de estos dos días: Ciudad Bolivar, cuyo atractivo principal es que queda al lado del río Orinoco que le da un encanto especial a la ciudad. En cuanto a las motos estaban respondiendo perfectamente y no daban signos de fatiga. En puerto Ordaz, a los 4000 kms del viaje le limpie a la GS el filtro de aire, lo cual tomó unos pocos minutos, siendo este el único mantenimiento que hice en el viaje. La Victor de Gabriel tenía pegado el KIPS (válvula que se abre a altas revoluciones para mejorar el flujo de los gases quemados) lo que hacía que el comportamiento en baja no fuera óptimo. Sin embargo como la mayor parte del tiempo la Victor iba en alta este problema casi no se notaba.
El Salto Kama, donde acampamos al regreso de la frontera con Brasil.
Enero 10, Valencia – El Coro – Maracaibo (701 kms)
Salimos de Valencia rumbo hacia la ciudad El Coro por la ruta que conduce a la playa, tomamos una desviación hacia la derecha antes de llegar a Puerto Cabello para dirigirnos a El Coro que es una de las ciudades más antiguas de Latinoamérica (fundada en 1527) y la cual cuenta con una parte colonial de gran belleza que vale la pena recorrer sin prisas. Después de recorrer esta parte colonial nos dirigimos hacia el desierto cuyo atractivo principal es la parte llamada «Medanos del Coro» compuesta por grandes dunas que forman un paisaje impactante. Otro de los atractivos de esta zona es que es una región costera que proporciona un contraste desierto-mar de gran atractivo. Después de conocer el desierto y llenar los tanques de gasolina emprendimos el viaje de 270 kms hasta Maracaibo donde pasaríamos la noche. Llegamos al atardecer, paramos a la entrada de la ciudad para descansar y ubicar un hotel en nuestra guía vial. Observamos que llegaba al mismo sitio un grupo de unos 15 motociclistas. Nos sorprendió bastante porque hasta entonces las motos que habíamos visto en Venezuela habían sido muy escasas y más nos sorprendimos cuando supimos que pertenecían a un club de motos, muy bien organizado por lo que nos contaron y además por que tenían máquinas espectaculares de alto cilindraje. La que más me llamó la atención fue una Honda CBR 1100XX con 135 caballos de potencia y que alcanza 290 km/h.
Los fuertes vientos se encargan de cubrir la carretera con arena de las dunas.
Conversamos con ellos un buen rato y confirmamos que el Venezolano medio es una persona amable y abierta, incluso ellos mismos nos guiaron por la ciudad hasta un hotel de confianza. Este corto viaje por la ciudad estuvo marcado por aceleradas y frenadas extremas entre semaforo y semaforo que muchas veces no se distanciaban más de una cuadra. La ciudad de Maracaibo me sorprendió muy agradablemente, con apariencia de ser muy desarrollada y con buena infraestructura.
Enero 11, Maracaibo – Santa Marta (373 kms)
Jornada suave comparada con las anteriores. Queríamos pasar la tarde en Santa Marta con una familia amiga por lo cual salimos lo más temprano posible, 6:00 am (hora de Colombia) y llegamos a Santa Marta hacia el mediodía. La frontera por la Guajira no es tan bonita como por Cucuta pero igual no tuvimos mayores tropiezos con el papeleo, cambiamos los bolívares que nos quedaban por pesos y emprendimos el camino hacia Maicao, 190 kms desde la frontera. La carretera entre Maicao y Santa Marta está en muy buenas condiciones por lo que la recorrimos sin mayores tropiezos. El resto del día lo dedicamos a descansar y visitar el Rodadero.
Enero 12, Santa Marta – Medellín (797 kms)
Esta era la etapa a la cual le teníamos más temor, no solo por ser la más larga del viaje sino porque había que sumar el cansancio acumulado y las ganas típicas del último día de cualquier viaje de llegar a casa y estar con la familia. Afortunadamente no fue tan duro como lo imaginamos, al mediodía estabamos en Caucasia donde almorzamos y a las 5:30 PM ya habíamos llegado a Medellín. En total invertimos 10 horas y 40 minutos sobre las motos para recorrer los casi 800 kms de esta jornada. En la casa de Gabriel, sitio de llegada nos esperaban familiares y amigos que nos dieron la bienvenida.
Cerca de Maracaibo, por la cabecita que tiene Venezuela al norte, esta Coro, con hermosas playas, un desierto lleno de dunas y una ciudad colonial, que bien vale la pena conocer.
Venezuela es un interesante país para recorrer en moto, tiene sitios y paisajes de gran belleza y espectacularidad, los peajes y la gasolina son muy baratos (aprox. $260 pesos colombianos los peajes y $900 el galon de extra), la gente muy amable y cuenta con buenas carreteras y autopistas que se prestan para altos promedios de velocidad, de hecho la mayoría de los carros nos rebasaban continuamente aunque nuestra velocidad de crucero era por lo general 120-130 kms/hora, sin embargo y a pesar de las altas velocidades los carros rodaban ordenadamente y en las pocas carreteras de montaña que transitamos eran muy moderados para manejar. Recorrer Venezuela es una manera distinta de sentir la moto a lo que estamos acostumbrados en Colombia: largas jornadas, terreno en su mayoría plano, autopistas en las que se puede rodar muy rápido e interminables rectas. Sin embargo el espíritu de viajar en moto sigue siendo el mismo, la sensación de aventura y libertad, la compenetración con la máquina y las ganas al otro día de terminar el viaje de emprender uno nuevo, hacen que esta manera de vivir la moto se convierta en toda una filosofía y una forma de ver la vida.
Para terminar merecen una mención especial nuestras máquinas, que aguantaron las duras jornadas sin ocasionarnos ningún problema y siempre respondieron eficientemente a lo que les exigíamos, lo que demuestra que son productos de gran calidad y confiabilidad que pueden usarse todos los dias, o incluso para llegar hasta el fin del mundo. Mi GS ya se acerca a los 50.000 kms y todavía esta en disposición de recorrer muchos kilómetros de aventura.
Anécdotas….
Tengan muy presente no tomar fotos en las instalaciones de la aduana venezolana, donde La prepotente Guardia Nacional les quitará el rollo, igual que a nosotros.
A diferncia de nuestros retenes, los de allá (Alcabalas), son de parada obligatoria para todo vehículo, siendo los oficiales quienes autorizan a continuar o efectúan una requiza. Ignorando el procedimiento seguimos derecho en la primera Alcabala.
En algunas carreteras, patrullas de la policía regulan la velocidad del tráfico, frenando los vehículos que las alcanzan y formando largas filas. La primera la pasamos de largo, luego comprendimos las miradas y señales de los policías.
Las motos en Venezuela son «Los Motos»(género masculino), así nosotros viajavamos en un Suzuki GS 500 y un Kawasaki Victor.
Según cuentan, La Gran Sabana concentra una energía especial, incluso comentan la presencia de ovnis. Hablan también del «Mal de La Gran Sabana» que lo sufren quienes permanecen allá por mucho tiempo, generando mucha pasividad.
Cuando van de paseo en Venezuela, acostumbran escribir con pintura blanca el lugar de partida y el destino en los vidrios de los carros. Viendo esto pintamos «Gran Sabana, Coro, desde Colombia» en nuesros parabrisas.
La cucaracha más grande de nuestras vidas nos esperaba en la habitación del hotel en San Antonio, luego de la batalla para sacarla, lo difícil fue poder dormir.
Texto y Fotos: Mauricio Gallego y Gabriel J. Abad
Edición 11
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