Después de haber recorrido el Ecuador el año pasado el objetivo inmediato era viajar a Venezuela.
Siempre lo había visto como un destino extraño y fuera de alcance, creo que influenciado por aquellas épocas de los 70‘s y principios de los 80‘s cuando Venezuela vivía el boom del petróleo, emigrando a este país una gran cantidad de colombianos. Las historias de los indocumentados y deportados que se oían eran aterradoras y alguna vez conocí la casa de deportados en Maicao lo que me impresionó bastante. Sin embargo las cosas han cambiado mucho y varias personas que habían hecho el viaje me hablaron de una tierra hermosa y gente amable por lo que la idea me entusiasmo cada vez más. Esta vez mi compañera de viaje, mi esposa, no me podía acompañar debido a que nuestra hija tenía solo tres meses de nacida por lo que contacté a Gabriel Jaime y le propuse que realizáramos el viaje. La idea le entusiasmo y él y su Kawasaki Victor comenzaron de inmediato los preparativos. Al principio estaba un poco escéptico por ser la Victor una moto de solo 150cc para un viaje de más de 6.000 km, pero debo decir que la moto me dejo altamente sorprendido, no sólo resistió las duras jornadas sino que le siguió el paso perfectamente a mi Suzuki GS500, lo cual después de analizarlo con más detenimiento es lógico porque a pesar de la diferencia de cilindrada tienen una relación peso/potencia bastante similar.
Los preparativos comenzaron por establecer la ruta que seguiríamos, la cual era bastante ambiciosa porque queríamos conocer la mayor cantidad de lugares y solo disponíamos de 11 días. Para esto me asesoré con un amigo que ya había viajado dos veces en carro y estaba preparando el tercer viaje, además compré una guía vial de Venezuela que fue de enorme utilidad. Logramos armar un itenarario que cubría tres grandes regiones que queríamos conocer, el mar (Puerto la Cruz), La Gran Sabana Venezolana y el Desierto (El Coro), además queríamos entrar por Cúcuta y regresar por La Guajira para un total aproximado de 6.000 Km. En cuanto a aspectos legales para ingresar a Venezuela es necesario tramitar la Visa de turista, lo cual no es especialmente difícil pero desde que fui al consulado por el formulario hasta que reclamé el pasaporte sellado contabilicé 5 visitas. Para las motos hay que tramitar un permiso especial en San Antonio de Táchira ante la Aduana Venezolana, los requisitos que piden son: Tarjeta de propiedad, certificado de la Sijin y póliza de responsabilidad civil, respecto a este último punto el seguro que tengo de la GS y el que Gabriel tiene de la Victor cubren responsabilidad civil y son efectivos en Venezuela por lo que el tramite se redujo a pedir a las aseguradoras los respectivos certificados. En cuanto a los preparativos de las motos el de la GS fue muy sencillo, cambio de aceite, aunque el anterior solo tenía 2000 km, cambio de llanta trasera que estaba en las últimas, verificación de líquidos y de que las pastillas de frenos aguantarían los 6.000 km. La única revisión especial que hice fue de las guayas del acelerador y clutch porque una varada por esto sería desastroso. Puse especial cuidado en lo que llevaría para atender la moto rutinariamente y en caso de necesidad; herramienta, bujías, fusible, bombillos de farola y stop, tornillos de diferente tamaño, lubricante de cadena, aceite para el motor, cinta americana, medidor de aire. El único mantenimiento que programé para el viaje fue el de la limpieza del filtro de aire el cual realicé después de 4.000 km. de viaje. En el caso de Gabriel y su Victor, la preparación consistió en un mantenimiento y revisión general, se colocó un sprocket de 38 dientes (1 menos que el de serie) y se adapto un pequeño parabrisas, cuyo objetivo era hacer más cómodo el viaje a altas velocidades, desviando el flujo del aire por arriba de los hombros. Además se preparó llevando un cable y levas de acelerador y de clutch, un empate de cadena, neumático trasero y dos cuartos de aceite para motor.
Enero 2, Medellín-Barichara (530Km)
El día programado para iniciar el viaje fue el sábado 2 de enero. Sabíamos por informaciones del consulado que el permiso que debíamos tramitar en San Antonio del Táchira para las motos, sólo lo podíamos hacer de lunes a viernes. Como teníamos dos días para llegar a la frontera decidimos pasar la primera noche en Barichara (Santander) y de paso conocer este hermoso pueblo colonial, lo cual quería hacer desde hace tiempo. Salimos de la casa de Gabriel a las 6:00 am después de algunas fotos, recomendaciones y deseos de buena suerte de familiares y amigos que se reunieron para despedirnos. Emprendimos el rumbo hacia Puerto Berrío y luego por la troncal del Magdalena hasta la desviación a Bucaramanga donde recorrimos los últimos 60 km por una carretera llena de curvas hasta llegar a Girón. Allí tomamos las primeras fotos y continuamos hacia el municipio de San Gil por la carretera que atraviesa el imponente y majestuoso cañón del Chicamocha, lo que la hace sumamente revirada y exigente. En San Gil tomamos una desviación de 30 km. hasta Barichara. El pueblo nos encantó por su hermosa arquitectura colonial, sus iglesias y las calles empedradas que le dan un toque especial, tan tranquilo es Barichra que al apagar nuestras motos, nos dimos cuenta que era el único ruido en todo el pueblo.
Un majestuoso y frio paisaje al paso por el paramo de Berlín, a 60 km de Bucaramanga.
Enero 3, Barichara-San Antonio del Táchira (349 Km)
Este etapa fue una de las más duras sobre la moto, 8 horas de carreteras llenas de exigentes curvas. Entre Barichara y Bucaramanga la ya mencionada carretera que atraviesa el cañón del Chicamocha y hasta Cúcuta la carretera serpentea a través de las montañas ascendiendo al páramo de Berlín, un hermoso paraje a más de 3.800 msnm. de gran belleza, unas pocas rectas y luego más curvas para descender a Pamplona (Norte de Santander) donde almorzamos y descansamos un poco el cuerpo, maltratado por las curvas. El último tramo de carretera hasta Cúcuta fue bastante divertido, combinando rectas con curvas y un paisaje agradable. Llegamos hacia las 6:00 PM, realizamos los tramites en la aduana en el puente Simón Bolívar y pasamos a San Antonio de Táchira, sellamos nuevamente los pasaportes, cambiamos pesos por bolívares, adelantamos nuestros relojes una hora y localizamos un hotel para pasar la noche.
Increible la tranquilidad en Barichara, hermoso pueblo colonial donde parece que el tiempo se hubiera detenido
Enero 4, San Antonio de Táchira Valencia (675 Km)
Después de un enorme y suculento desayuno, como se usa en Venezuela, nos dirigimos a primera hora a la oficina de hacienda donde debíamos tramitar los permisos de la GS y la Victor, algo que creímos sería relativamente rápido y sencillo, pero nada más alejado de la realidad. Lo primero que nos exigieron fueron fotocopias de todos los documentos y comprar estampillas, luego llenar unos formularios y entregar todo ordenadamente en una ventanilla para su revisión y firma, la cual se demoró más de tres horas. Solo al final nos enteramos que la causa principal del retraso fue que el funcionario encargado de firmar llegó al mediodía. En el fondo contamos con suerte, con nosotros estaban dos familias, una bogotana que había llegado a Cúcuta el 30 de diciembre, ese día la oficina estaba cerrada y llevaban 4 aburridores días esperando el tan codiciado permiso y otra familia bumanguesa que estaba esperando desde el sábado. Por fin a la 1:00 PM obtuvimos el anhelado permiso, faltaba el último paso que era hacerlo sellar en la oficina de transito y emprendimos el camino hacia Valencia un poco preocupados por que era muy tarde y teníamos casi 700 km. por delante. La primera impresión de las carreteras Venezolanas fue muy buena, excelente pavimento y largas rectas, ese día y debido a la hora de salida rodamos casi todo el tiempo, hasta que la luz nos lo permitió, a 140 km/h. Nos impacto mucho la gran cantidad de perros arrollados en la carretera, incluso Gabriel después en son de broma comentaba que seguramente no había perreras en Venezuela sino que los soltaban en las carreteras. Hacia las 6:00 PM, a unos cuantos kilómetros de una ciudad llamada Guanare, nos paró la Guardia Nacional apostada en una alcabala (retenes viales de parada obligatoria), allí revisaron todos nuestros papeles y nos preguntaron hacia donde nos dirigíamos, cuando respondimos que a Valencia pusieron cara de preocupación diciéndonos que era muy peligroso de noche el tramo entre Guanare y Acarigua debido a que se habían presentado muchos asaltos en la carretera y algunas personas muertas. Nos recomendaron encarecidamente que pasáramos la noche en Guanare y continuáramos al otro día. Gabriel y yo nos miramos pero ninguno de los dos quiso decir nada esperando que el otro decidiera porque sabíamos que eso nos dañaría todo nuestro itinerario, así que simplemente arrancamos las motos y seguimos el viaje rezando en nuestros adentros. Pronto anocheció por lo cual la conducción se torno más exigente. Nunca me ha gustado viajar de noche por carretera en moto pero en Venezuela fue especial, la carretera recta y en buenas condiciones daba tranquilidad para rodar, además la noche estaba clara y estrellada lo que le daba un ambiente único, incluso logramos olvidar casi totalmente el peligro de rodar de noche por allí. Hacia las 7:30 PM paramos en una estación a echar gasolina y nos encontramos a la familia de Bucaramanga, les propusimos irnos en caravana para viajar más tranquilos y realizamos el resto del viaje hasta Valencia con ellos donde llegamos hacia las 10:30 PM. Afortunadamente no vimos nada extraño en el tramo peligroso. Este fue el único momento en toda Venezuela que sentimos algún temor, de resto y a diferencia de nuestro maltratado país rodamos con absoluta tranquilidad y confianza. En Valencia pasamos la noche en la casa de unos familiares de Gabriel y como siempre a lo largo del viaje nuestras queridas motos soportaron la dura jornada sin ninguna queja.
En Venezuela las motos pagan peaje, juzguen ustedes si vale la pena o no.
Enero 5, Valencia – Puerto la Cruz – Lecherías (503 km.)
Emprendimos la jornada a las 10:00 AM. Este día fue nuestro primer contacto verdadero con las grandes autopistas Venezolanas. Salimos de Valencia por la autopista que conduce a Caracas, en total más de 200 km de doble calzada con amplios separadores y un trafico veloz y ordenado. El primer tramo lo recorrimos por esta autopista a un ritmo constante de 120-130 km/h y aún así la mayoría de los carros nos rebasaban, incluso un Tico paso por mi lado y se perdió de vista rápidamente. En total recorrimos 126 km en una hora hasta la primera parada a echar gasolina. De allí dejamos la autopista para buscar la ruta, a través de carreteras secundarias, a Barcelona. Esto lo hicimos con el objetivo de no pasar por Caracas porque pensamos que podía ser complicado entrar y salir de una ciudad tan grande, aunque después nos enteramos que hubiera sido más sencillo porque la misma autopista atraviesa la ciudad sin necesidad de entrar en ella. De todas maneras fue muy agradable transitar por las carreteras secundarias porque atravesamos el parque nacional Guatopo (uno de los 43 que tiene Venezuela) de gran belleza por su vegetación. Después de atravesar el parque conectamos una carretera y posteriormente la autopista que llega a Barcelona. En este tramo fue donde sentí por primera vez que me faltaba moto y más potencia. Una autopista totalmente recta y plana, sin trafico por delante, visibilidad perfecta, sin casas ni animales a los lados de la carretera y la GS «sólo» podía transitar a 160 km/h. Hubo un tramo en el cual Gabriel y yo nos agachamos sobre los tanques de la Victor y la GS respectivamente y enroscamos el acelerador hasta el máximo, rodamos uno al lado del otro con igual velocidad punta y por más que quise la GS y yo no pudimos rebasar a Gabriel y su Victor, en ese momento mi velocímetro marcaba 160 Km/h y el de Gabriel 180 km/h. Esto lo pudimos hacer muy pocas veces porque la Victor para seguir este ritmo tiene que subir mucho de revoluciones y aunque el motor soporta excelentemente bien el sobre régimen, el consumo de gasolina se dispara, lo que unido al pequeño tanque no hacen recomendable mantener estos ritmos, de hecho lo más normal fue rodar a 120 o máximo 130 km/h.
Puerto La Cruz, (cerca de Caracas) donde aprovechamos y nos dimos un baño de sol y mar.
Llegamos a Puerto la Cruz (a pocos km de Barcelona) al atardecer. Este es el punto donde se aborda el ferry que conduce a Isla Margarita. Allí descansamos un rato y vimos el atardecer. No nos quedamos a pasar la noche porque había letreros que indicaban que la playa estaba contaminada y aspirábamos a tener un bañito de mar. Nos dirigimos hacia Lecherías, un sitio turístico a pocos km donde encontramos un hotel excelente junto a la playa para pasar la noche. Hubo dos cosas que me sorprendieron, la primera la gran cantidad de carros con placas de Manaos (Brasil), después nos enteramos que para los habitantes de esta ciudad es más fácil ir a las playas de Venezuela, aunque son tres días de camino, que a sus propias playas, además como en ese entonces el Real no había sufrido la devaluación de principios de año el dinero les rendía cantidades. La segunda cosa que me sorprendió fue la enorme afición por el béisbol, más que la de los Colombianos por el fútbol, del cual no hablaba ningún venezolano.
Texto y Fotos: Mauricio Gallego y Gabriel J. Abad.
Edición 10
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