Hay invitaciones a las que es imposible negarse, como esta de Can-Am para subir al nevado del Ruiz en sus «juguetes» de 4 ruedas.
No es usual que nos inviten a probar aparatos de 4 ruedas y cuando esto sucede la mayoría de las veces preferimos dar las gracias y mantenernos en lo nuestro que son las 2 ruedas, pero hay casos, como esta invitación de Los Coches, en los que es imposible negarse.
Conducir a cuatro mil metros de altura, por las laderas de una de las montañas más hermosas de Colombia, en un aparato que parece sacado de una película de Mad Max, con un motor turboalimentado de 172 caballos, suspensiones capaces de tragarse prácticamente cualquier obstáculo y tan solo 718 kilos de peso, es demasiada tentación para cualquier apasionado de los motores y así fue como llegamos a Manizales el día indicado a la hora indicada, acompañados por un grupo de periodistas del tema motores, hasta un lugar donde nos esperaba este pequeño demonio llamado Maverick X3 RS Turbo, que sería el protagonista indiscutible de la jornada, pero no el único actor en escena, puesto que también estarían otros 4 modelos de Can-Am, todos importados y distribuidos en Colombia por Los Coches, que harían de esta una jornada sobrecargada de adrenalina y difícil de borrar de nuestra memoria.
El plan era simple, pero no por ello poco divertido, saldríamos en parejas desde las afueras de Manizales y ascenderíamos por una estrecha vía de tierra hasta más de 4.000 metros, cerca de la cumbre del Nevado del Ruiz, en el camino nos turnaríamos los diferentes modelos, entre los que estaban dos versiones de la línea Defender, pequeños “pick-up” 4×4 pensados para diversión, transporte y trabajo en el campo; también podríamos sentir el Commander, que ya entra en la gama de los deportivos todo terreno gracias a su motor V2 de 71 caballos y estaban los ya mencionados Maverick en sus versiones de 4 y 2 puestos con 100 y 172 caballos respectivamente. En la mitad del camino nos esperaba una parada para almorzar al aire libre y luego retornaríamos por la misma ruta hasta un hotel muy tradicional de esta montaña, llamado Termales del Ruiz donde cerraríamos con una presentación, una cena y la posibilidad de disfrutar de una reconfortante piscina de aguas termales a 3.500 metros de altitud.
Los hermanos de la familia Defender, utilitarios todo-terreno con gran capacidad de carga. Abajo el Max, con capacidad para 6 pasajeros.
Todo marchó de maravilla desde el primer momento, donde tuve la oportunidad de comenzar conduciendo el Defender Max, que es la versión de doble cabina de este UTV (Utility Terrain Vehicle) y que se puede equipar con un sinnúmero de accesorios, de los cuales el que ensayamos contaba con muchos para mejorar el confort de los 6 pasajeros que pueden viajar cómodamente en su interior, a lo cual se suma una capacidad de carga de media tonelada en el volcó y de 900kg de remolque. El Defender no destaca por su velocidad, que no es muy alta, pero si por brindar una buena comodidad en su interior, por ser demasiado fácil de conducir gracias a su transmisión automática y a una dirección muy suave y precisa, pero también por su estabilidad y sus sobresalientes capacidades todo terreno, que aprovechan al máximo un motor Rotax V2 de 50 caballos con transmisión 4×4, bajo y bloqueo de diferencial.
Luego llegó el turno para subirme al “poderoso” Maverick y con las primeras aceleradas me di cuenta que ese adjetivo no se le queda grande para nada, al contrario, se puede quedar corto cuando uno tiene espacio al frente para pisar a fondo el acelerador y dejar salir los 172 caballos que produce su motor tricilíndrico turboalimentado que lo transforman en una máquina de producir adrenalina, para la cual prácticamente no hay obstáculo que se le resista, gracias a unas descomunales suspensiones FOX asistidas por nitrógeno, de ¡20 pulgadas! de recorrido (50,8cm) que son ajustables manualmente y que lo convierten en un devorador de kilómetros capaz de trazar su propio camino aún donde no existen carreteras. Este es el verdadero juguete para niños grandes que no tengan problemas de presupuesto y que quieran disfrutar tomando curvas al mejor estilo de un piloto de rally, donde los derrapes controlados son la constante, las frenadas al límite y un manejo en el cual sobresale el control de la máquina en las situaciones más complicadas que uno pueda imaginar. Ese día el clima se encargó de poner el camino difícil, con fuerte lluvia en gran parte del recorrido, lo que dejó inmensos pozos de agua y tramos de pantano suelto por los cuales podía pasar a fondo sin que el Maverick se inmutara y con una sensación de ir pilotando una especie de alfombra voladora que se tragaba por igual huecos y piedras como por arte de magia.
Si uno no tiene problema en mojarse, despeinarse, congelarse un poco y tragar algo de pantano, este es el plan perfecto y los vehículos perfectos para que la adrenalina compense.
El Commander vino después, pero con las sensaciones aún frescas de esos 172 caballos del Maverick me pareció algo lento en un principio con su motor Rotax V2 de 71 caballos, pero luego pude ver que no lo era tanto, es cierto que no tiene ese empuje de cañón de su hermano, pero tampoco se queda corto para disfrutar a un ritmo más acorde a pilotos de cualquier nivel, gracias a que su manejo resulta demasiado fácil, además tiene un desempeño que siendo bastante deportivo no deja de ser igualmente turístico, de manera que puede ser compañero de viajes en plan relajado por todo tipo de terrenos. Pero cuando exigimos a fondo su motor vamos a tener una máquina que se mueve a muy buen ritmo y donde la adrenalina no va a faltar, además gracias a unas suspensiones con 25cm de recorrido es capaz de moverse con gran suavidad en terrenos muy malos, como pude comprobarlo de sobra ese día.
Con 172 caballos, un motor turboalimentado, suspensiones de 50cm de recorrido y un peso muy bajo, el Maverick X DS es de lo más emocionante que uno puede manejar en 4 ruedas así haya o no carretera.
Cuando estábamos disfrutando de nuestro “pic-nic” de altura, en medio de un frío que logró descompensar a más de uno, por unos minutos el sol se dejó ver y sentir junto con un destello blanco de la nieve del Ruiz que se asomaba por debajo de un espeso velo de nubes para recordarnos que estábamos en sus territorios, donde la fuerza de la naturaleza cobra todo su sentido al ver las huellas dejadas por la actividad volcánica que ha labrado profundos cortes y cañones.
Poco después volvimos a la acción y la suerte me puso de vuelta a los mandos del Maverick, que en esta segunda oportunidad pude disfrutar por bastantes kilómetros, primero al volante y luego de pasajero, ya que en todo el regreso disfrutamos de el al máximo, de nuevo la lluvia, el pantano y los charcos le pusieron el picante extra para sazonar aceleraciones, derrapes, saltos y frenadas, que se acompañaban de ese sonido del motor respirando a pocos centímetros de nuestras espaldas.
Los paisajes del Ruiz, a más de 4.000 metros de altura obligan a detenerse para disfrutarlos en toda su magnitud.
La llegada al hotel fue en la noche, en el rostro se nos dibujaba una cara de felicidad que ni el frío, ni la lluvia, ni el pantano o la arena que traíamos en todas partes nos pudo borrar. La gente de Los Coches dejó claro que su apuesta con Can-Am es con toda, que tienen todo el empeño para posicionar la marca en Colombia con el respaldo y servicio que se espera al adquirir un producto de este nivel, lo cual es muy buena noticia para los que quieran y puedan regalarse alguno de estos “juguetes” para disfrutar por todo lo alto.
Buscando adrenalina en familia, para eso esta el Maverick Max de 4 puestos
Si lo que se quiere es disfrutar del pantano a nivel «PRO» Can-AM ofrece la «herramienta» perfecta con esta versión del Maverick, llamada X3 X MR Turbo